lunes, 26 de diciembre de 2005

El no de los idiotas

Escribir justamente de lo que no se puede.
(Que ardan los franceses posmo)

Borrarse uno mismo en el acto de escribir.
(No hay autor, eso ya lo sabía Homero, pobre Barthes)

Escribir para alargar la mano hasta el Big Bang, porque somos tan pero tan grandes que nos desbordamos constantemente. Nos sobrepasamos y nos eclipsamos a nosotros mismos. Poco hay que hacer luego de eso. Nos inflamos y renunciamos de una vez y para siempre a toda posibilidad de solipsismo, pero tampoco es que escribiendo nos hagamos comunitarios.
(Nancy go home)

Poco o nada queda por hacer cuando se desea escribir. Insistir es una forma de aferrarse a algo: y no todo son meras ideas. Insistir es joder a las musas, forzarlas a abrirse de piernas, es también darles hartas piscolas para que podamos conocerlas —en sentido bíblico claro está.

Si alguien escribe es porque está desesperado. Balzac estaba desesperado. Kafka también. Escribir es asumir su imposibilidad: escribir es saber de antemano que hay todo un universo que quedará no dicho. Es peor que pintar, es peor que enfrentarse con un cepillo de dientes a todos los colores del cosmos; queda para ellos por lo menos el consuelo de que los ojos son la primera barrera con lo de fuera.

Escribir es asumir la pérdida. Es saberse expulsado del paraíso. Es seguirle los pasos a Milton (y quizás también a Aliguieri).

Escribir es un acto vanidoso. Es ser la mujer barbuda e integrarse voluntariamente a un circo de fenómenos. Escribir es asumir la culpa y la vergüenza como modos de vida, para siempre. Sería mejor esconderse, cerrar las puertas por fuera: desterrarse.

Sería también dinamitar todas las ciudades viendo como caen los edificios desde el último piso de la torre más alta de la mano de la amada. Destruirlo todo y no tener intenciones de reconstruir: un grado cero, la llanura de Descartes.

Es mantenerse en la angustia por emprender una labor imposible pero necesaria, ¿de vida o muerte?, pues sí. Kierkegaard y Nietzsche lo intuyeron.

Es subordinar todo el universo a un punto arbitrariamente elegido —como diría un amigo. Es hacerse invisible, esconderse para siempre, decir no y sí al mismo tiempo.

Que todo lo dicho no se malentienda, no sufro de verborragia, sino de perisología (*), o algo peor, algo desconocido, cubierto de porquerías.

* * *

(*) Del gr. perissos, superfluo, y logos, discurso.

lunes, 19 de diciembre de 2005

Dolor de muela VS Perec

Apenas puedo dormir durante esta noche. Acabo de leer Bartleby y compañía y quisiera comenzar con La vida instrucciones de uso de Georges Perec. Llegué hasta él por —probablemente— un comentario mal oído: hablé alguna vez con Felipe Sáez sobre Juan Emar y un texto donde describía las habitaciones de un edificio de apartamentos donde vivían sus amigos. Hace poco, Sáez afirmó en tono triunfante, que tal narración no era de Emar sino de Perec. Un par de días después conseguí tal volumen.

Apenas puedo dormir porque tengo un dolor de muelas de la puta madre. Todos mis dientes están a punto de caerse, literalmente —no quisiera acabar como el vampiro que es Armando Uribe. Hace varios meses comencé un tratamiento dental, que no he seguido más que con una intermitencia que me asombra, incluso a mí, un fragmento per se. Hace pocas semanas repentinamente salióse un trozo de muela, debí haber ido al día siguiente al dentista. Ahora me duele otra muela. Seguramente tendrán que hacerme otro tratamiento de conducto, o, como se dice técnicamente, una endodoncia.

No sé por qué mientras sufría me acordé de Hegel, y pensé: «La externalización de cualquier elemento interno representa únicamente una tortura para el sujeto», la tragedia del sujeto hegeliano, su destino espinoso. Entonces, traduzco: dientes y uñas son sólo motivo de dolor. Por lo mismo, todo lo que sea alteridad no es más que motivo de sufrimiento… uf, gimme a brake.

Qué pena, qué pena no poder comenzar con Perec por culpa de mis muelas. Qué dolor. ¡Ay!

El dolor retrocede el dolor se esconde yo también me escondo, «y ya mi voz va volviéndose lejana mientras se prepara para decir que se va, va a probar otros lugares. Sólo yo he existido, dice la voz, si al hablar de mí se puede hablar de vida. Y dice que se eclipsa, que se va, que acabar aquí sería perfecto, pero se pregunta si sería deseable. Y a sí misma se responde que sí es deseable, que acabar aquí sería maravilloso, sería perfecto, quienquiera que ella sea, donde sea que ella esté» (*).

* * *
(*) Vila-Matas, Bartleby y compañía, fragmento 85.

domingo, 18 de diciembre de 2005

Qué irónico.
Fíjense en la portada de Artes y letras del 18 de diciembre de 2005:

"Sufrir por un monstruo"

Aunque se refieren al King Kong de Jackson, viene como anillo al dedo, ¿no?

sábado, 17 de diciembre de 2005

Charlie Brown la madrugada y cigarrillos

Jueves pasadas las 4 de la mañana. Nuevamente he ido a comprar cigarrillos a esa estación de servicio abierta-las-24-horas. Nuevamente he visto un grupo de tipos en la plaza, ocultos por la sombras propias de esa hora además de un árbol que impedía les llegase la luz eléctrica.
No voy a eso en todo caso, sino a esto otro:

Primer cuadro: Charlie Brown caminando solo en una tarde invernal, dice “Sí que resulta extraño”.
Segundo cuadro: Afirma luego “Puedes pasarte horas sin pensar en nada concreto”.
Tercer cuadro: Una cabriola espectacular eleva a Charlie del suelo, de él sólo se ven las ancas y los pies apuntando hacia el cielo. No hay palabras.
Cuarto cuadro: Charlie se explica, “Y de repente te asalta el recuerdo de un viejo amor…”.

Primer cuadro: Linus y Charlie en la misma escena invernal caminando. Linus, “¿Estás seguro?”, Charlie responde “Completamente… voy a demostrártelo”.
Segundo cuadro: Charlie intempestivamente dice “¡Leonor!”.
Tercer cuadro: Charlie se gira para ver la voltereta en el aire de Linus.
Cuarto cuadro: Dice Charlie “¡Ah, la evocación de un viejo amor!” mientras la mueca en el rostro de Linus lo dice todo.

Primer cuadro: Charlie y Snoopy caminando en la misma escena invernal, el can va delante.
Segundo cuadro: Charlie, igualmente sorpresivo le espeta “¡Fifí!”.
Tercer cuadro: Charlie se detiene para ver el salto terrible de Snoopy.
Cuarto cuadro: Siguen caminando y Snoopy triste piensa “¡Hacía años que no pensaba en Fifí!”.

Primer cuadro: Linus le dice a Charlie “Creo que tienes miedo a ser feliz Charlie”.
Segundo cuadro: Continua Linus “¿No crees que la felicidad te haría bien?”.
Tercer cuadro: Charlie responde “No lo sé…”.
Cuarto cuadro: Charlie remata “¿Qué efectos secundarios tiene?”.

De pasada he comprobado (gracias a una cita sacada de Vila-Matas) que si se desea fumar y escribir a la vez, o se mantendrán los ojos en constante rojo o hay que resignarse a que el cenicero se lleve la mayor parte del cilindro nicotinoso…
Si vuelvo a lo de los cigarrillos es porque la pregunta aún es válida: ¿Estoy a resguardo aquí? ¿Estoy totalmente seguro donde ahora estoy?

* * *

Todas las escenas de Charles Monroe Schulz, Carlitos genio y figura, Grijalbo, México DF, 1992.

jueves, 15 de diciembre de 2005

I would prefer not to forg...

Releo luego de varios meses Bartleby y compañía de Enrique Vila-Matas (Anagrama, 1999).
Supongo que el lector conocerá, por lo menos de oídas, el origen del nombre Bartleby. En caso contrario, preferiría no darle yo esa noticia.

Al narrador de este libro parece gustarle sobremanera Robert Walser, del cuál nada he leído. Walser vivió entre los años 1878 y 1956 siendo su nacionalidad suiza. Publicó unos cuántos volúmenes que, al parecer, no desmerecían en nada al papel sobre el cual estaban impresos: Los hermanos Tanner, Der Gehülfe y Jakob von Gunten, entre 1907 y 1909. En este último año volvió a su tierra natal, quizás ése evento desencadenó en él la locura, una tranquila pero llena de alucinaciones. A comienzos de los años ’30 por su propia voluntad decide internarse en un sanatorio pasando «los últimos veintiocho años de su vida encerrado en los manicomios de Waldau, primero, y después en el de Herisau, dedicado a una frenética actividad de letra microscópica, ficticios e indescifrables galimatías en unos minúsculos trozos de papel».

Quien escribe a través de Vila-Matas remata con lo siguiente el bosquejo de Walser: «Alguien ha dicho que Walser es como un corredor de fondo que, a punto de alcanzar la meta codiciada, se detiene sorprendido y mira a maestros y condiscípulos y abandona, es decir, que se queda en lo suyo, que es una estética del desconcierto», retrato exacto de lo que Vila-Matas quiere decir cuando escribe esta ruta de la “literatura del No”. No es solamente el “dejar de escribir” así sencillamente porque de seguro tal enfermedad —comparable al mal de Montano— hunde sus ágrafas raíces en Sócrates y su legado puramente oral —suponiendo que Platón es un otro.

Walser ha de haber llegado al convencimiento de que escribir está de más, de que toda labor de inscripción es vana de antemano, es sólo la exposición ególatra de una peculiaridad, que, si el escritor fuese cuerdo, guardaría para sí, y se cuidaría mucho de mantener en el más absoluto secreto sobretodo para la posteridad: Kafka lo sabía pero Max Brod lo ignoraba en la misma medida en que él no era Kafka (me decía que le habría gustado citarse en un café europeo con Kafka, a conversar, yo le respondí que lamentablemente aunque hubiese sido ella, Kafka no habría llegado, “¿y por qué no habría llegado?” preguntóme un poco ofendida, “pues simple —le dije—, porque era Kafka”. Ella entiende, fin de la discusión).

Ayer he visto a algunos amigos jugar fútbol, entremedio había una apuesta de cervezas. Miro a Hernández y pienso gritarle que haga un autogol, creo que efectivamente se lo grité. Eso me trajo a la memoria un fragmento memorable del No que Vila-Matas podría haber puesto en su libro, uno sacado de una entrevista a Bolaño: «Mi experiencia como jugador de fútbol nunca fue del todo comprendida ni por los espectadores ni por mis compañeros de equipo. A mí siempre me pareció más interesante marcar un autogol que un gol. Un gol, salvo si uno se llama Pelé o Didí o Garrincha, es algo eminentemente vulgar y muy descortés con el arquero contrario, a quien no conoces y que no te ha hecho nada, mientras que un autogol es un gesto de independencia. Aclaras, ante tus compañeros y ante el público, que tu juego es otro» (*). Independencia, saber que se puede hacer todo lo contrario a lo que se desea, libertad, «quien es más libre es quien puede decir no» leo en ése libro antes de dormirme pensando en otros artistas del No lamentablemente dejados fuera: Cesárea Tinajero, Benno von Archimboldi, Jorge Loncón.
Ah Bartleby! Ah humanity!

* * *

Las Últimas Noticias, martes 4 de septiembre de 2001.

lunes, 12 de diciembre de 2005

Mañas de la realidad II

Entre el 17 y 19 de febrero de 2004 escribí un cuento. En éste la protagonista ha huido de su país natal producto de la guerra civil y acaba trabajando como mucama en un lujoso hotel de Nueva York. A ella le agrada tirarse sobre las camas antes de armarlas y meter su cabeza en las mullidas almohadas, según dice, para "recordar mi pasado acomodado"… casos más extraños se han visto. La cosa es que para su sorpresa, pero más para su vergüenza, descubre que en esa almohada hay cinco agujas plateadas que se le incrustan en la cabeza. Atónita busca respuesta al enigma: sigue por buena parte del mundo al pasajero que ha dejado esas agujas, siempre encuentra más.

Hace pocas semanas la almohada que me ha acompañado desde hace varios lustros murió, no soportó más la presión de mi cabeza y reventó. Comencé entonces a usar un gran cojín en su reemplazo.

A los pocos días mientras dormía, sentí que algo me picaba la mejilla. Pensé que algún trozo de madera estaba metido en el relleno de la improvisada almohada, lo dejé pasar, tenía mucho que dormir para ocuparme de eso.

Pasaron otros días y durante una tarde volví a sentir el aguijón. Ahora sí saco ese palo, díjeme, y fui donde mi madre para que lo hiciese (también en esas cosas soy inútil). Cuando sacamos la funda del cojín… ¡oh, por el can!, ¡era un alfiler plateado lo que me laceraba la carne! Sólo después de un rato caí en cuenta de que eso ya había ocurrido en otra capa de la… ¿realidad?

Pensé en el epígrafe de ese cuento y consentí en que no podría haber elegido otro mejor: Just because you're paranoid, don't mean they're not after you (Cobain, Territorial Pissings).

viernes, 2 de diciembre de 2005

Las putas asesinas de Rabelais

Soñé con un texto apócrifo de Rabelais. Yo retozaba analmente y de pie con una mozuela hermosa que me decía insinuantemente que podía eyacular en su boca. Yo era parte de él, no sé en qué momento me daba cuenta que era parte de un relato. (Como se sabe, a de Rokha lo expulsaron del Seminario por leer a Voltaire y a Rabelais. Considero que ni el Cándido, ni Micromegas, ni Gargantúa ni Pantagruel merecen tanta censura como sí se lo hubiese merecido mi sueño convertido en texto si no se tratase sólo de una somnolienta quimera.)

Trataba básicamente de una casa de remoliendas de citas de luz roja de juerga donde se trata a las niñas de tú una mancebía prostíbulo burdel serrallo lenocinio, una casa de bellas putas que lo permitían todo, como debería ser en el sexo, creo: podías escupirles dentro de cualquiera de sus orificios, deformarles los pezones con los dientes, tatuarles bellos paisajes con las uñas en sus espaldas, hacerles reventar el clítoris a fuerza de latigazos, separar verticalmente su cuerpo en dos, morderles las orejas hasta que la sangre entrase al cerebro, llenarles la boca de semen para que les saliera por las narices, meterle la mano hasta poder tocar sus úteros, hablar a través de sus labios inferiores, romperles el ano con mi verga enhiesta, tragarme esa sangre mezclada con diversas especias, hacerlas vomitar por la presión de mi glande, besarlas hasta la asfixia o hasta que la lengua se desintegre, que sus orgasmos les provoquen soponcios a veces mortales, montarlas como si yeguas fueran, atarlas para golpearlas con tallos de rosas, hacerles creer que soy el Papa, penetrarlas mientras les hablo como lo hacían sus padres, abrirles el ombligo y allí meterlo, hacer de su vello púbico mi propia barba, quedarme a vivir para siempre entre sus pechos, que me laman los testículos mientras las penetro por los ojos, invitar a su vieja madre a ver el espectáculo y unirse (si lo desea), que chupen con fruición mi falo luego de sacarlo de sus culos, besarles el cuello hasta que la cabeza se desprenda del cuerpo, dejarles marcas que parezcan hechas a fuego, morderles los muslos como si fuesen jamones, tirarles el pelo hasta que se parezcan a lo que tienen metido, hacer que se embaracen doce veces en la misma noche, tocarles el punto G con los dedos de mi pie, que sus manitas se mimeticen con mi pene, que lo único que beban por semanas sea el sudor que les cae de mi cabeza, penetrarlas con brutalidad para que sus dos agujeros se hagan uno, sacarles los dientes para que me la chupen mejor, bañarme con sus fluidos vaginales, depilarlas con mis dientes, lamerlas hasta que no quedase más que hueso, follar hasta el Día del Juicio y luego seguir, sincronizar no sólo nuestros orgasmos sino nuestros latidos, despertarlas con mi falo entre sus nalgas, que sea cuestión de vida o muerte tener mi verga dentro de ellas.

Eso y otras muchas cosas más era lo que con ellas se podía hacer. Todo era permitido excepto algo, a saber: enamorarse de ellas. ¿Extraño?, pues no, porque la lugarteniente de la casa sabía que todas ellas eran unas putas asesinas, monos hirviendo como el hielo seco, que veían a sus clientes desde las copas de altos árboles muertos, que nos buscaban llorando desesperadas porque les dijéramos las frasecitas de los cuentos infantiles, putas asesinas que al menor descuido te enterraban sus uñas en la garganta y luego huían. Putas asesinas eran y todos los clientes lo sabíamos, pero igualmente sólo a ellas acudíamos: hasta en sueños me fío de las Asesinas y Putas.

Eso es lo que soñé, pero eso ya carece de importancia, la cuestión que me acosa ahora es que si me puedo soñar dentro de un libro de Rabelais, ¿por qué no llevarlo al papel? Definitivamente no tengo ya nada que hacer.

23 de noviembre de 2005

«De pronto el escenario se llena de humo y la masa ruge». (Hace horas que no me muevo, que me mueven de un lado a otro. Por varios minutos creo que me desmayaré, no sé si de la emoción o producto de la asfixia o de que todos me pisoteen.) (*)

The love he receives is the love that is saved. (En el '98 éste tema no me gustaba, ¿ahora sí?, seguro.)

We all got scars, they should have 'em too.

Why would you wanna hurt me? (¿Qué necesidad hay en herirme?... eso ya da lo mismo, pero ustedes ¿qué necesidad tenían de hacerme emocionar así?)

«Poco a poco se distinguen unas figuras movedizas» (Yo los veía antes de todo, créanme, los vi durante más de una década junto a mí, en mi habitación, por la calle.) (*)

Fuck me if you only hear what you wanna hear. (It isn't just a riot act, todo estaba dispuesto, seguro que sí.)

I am ahead, I am advanced, I am the first mammal to make plans.

«Es una explosión de alegría que nos devuelve la confianza» (*)

Someday yet, he'll begin his life again. (Yo los vi, yo estuve cuando la tocaron, ustedes aparecieron igual que los pensamientos: como mariposas.)

Please forgive our hometown in our insignificance.

«ese sonido de selva tupida de los discos se abre y aparecen senderos por los que uno puede internarse» (*)

I'm so high I hold just one breath. (Una versión nunca oída por mí, quizás imaginada, quizás vista desde arriba, con esa perspectiva que tienen todos los sueños de adolescente.)

Some die just to live. (Esperaba ansioso este tema, some die just to live, ésa frase que ponía junto a otra de Los miserables: nada importa morir, pero no vivir es horrible. ¿Leyeron esa novela chicos, verdad?)

Want to be enlightened like I want to be told the end.

The dead lay in pools of maroon below. (Y de seguro ustedes me vieron, en esa parte cuando Eddie gritó "arms raised in a V" yo también los alcé y toqué el cielo.)

M-Y-T-H is belief in the game. (Sí Eddie, al final te apunté y te grité: I will be too, faithful to you.)

Can't deny there's something wrong. (Lo siento chicos, ¿qué de malo podría haber ocurrido con ustedes tocando a menos de veinte metros de mí?)

«Sí, son ellos, son ellos de verdad» (Si alguien lo dudó, que arda en el infinito infierno.) (*)

World with your heart and not with your brain?

I would rather starve than eat your breast. (Es extraño, pero me gustan los temas número 8 de la mayoría de sus discos. Y ustedes no saben lo cierto que para mí es la frase del inicio del tema 8 del disco del '94: The waiting drove me mad, pero ya no.)

Talkin' to herself, there's no one else who needs to know.

I know when I would not ever touch you. (¡Otro tema 8! Y ésa forma de iniciarlo, ésos rasgueos desganados que no son del disco, que pocos saben qué tema es, pero yo sí. El corazón en la boca.)

«la sensación de descuido y espontaneidad es fruto de una determinada manera de emplear el virtuosismo» (*)

I guess it was the beatings, made me wise. (Hijos de puta que me lanzan otro número 8, el 8 del disco del '93. Y me alejo de una buena vez de tu porquería, porque no estoy para dar gracias o pedir disculpas. Quizás sea el tiempo de emanciparse.)

I know someday you'll have a beautiful life. (Supongo que todos se acordaron de alguna vieja chica besada con este tema, yo no, yo me acordé de alguien al cual le traduje este tema, el mismo que se acordó de mí en esos momentos.)

But, I'm still alive. (Aún espero poder levantarme y gritarlo: Conchasdesuputamadre, ¡a pesar de todo todavía estoy vivo!)

Now I believe in miracles. (Y Eddie, tomaste ese cartel y me lo mostraste: si dios existe, esa noche se acordó de mí.)

«Sólo eché de menos Wishlist. Sólo eché de menos un tercer concierto» (Ahí estaba la bola de discoteque que pendía sobre Matt, la bola que baja cuando tocan esa lista de deseos ¿o no?) (*)

Make me cry. (Sólo faltó el tema 8 de 1996: If I had known then what I know now quizás no estaría insistiendo todavía.)

Matt, Jeff, Mike, Stone, Eddie, turn me up.
Matt, Jeff, Mike, Stone, Eddie, watch me crash.
Matt, Jeff, Mike, Stone, Eddie, I'm dyin' fast.

* * *

(*). Arturo Fontaine, "Pearl Jam aquí", en El Mercurio, Artes y letras, domingo 27 de noviembre de 2005, página E8.

martes, 29 de noviembre de 2005

Monstruos en guerra

Estoy leyendo a la par dos libros facilitados por el único poeta que sí puede tener automóvil, básicamente porque lo utilizaré y además porque lo bautizó como Little bastard.
El primero es una antología de poemas escritos durante la Primera Guerra Mundial (¿por qué la escribo en mayúsculas?, malditas costumbres escolares), se titula Poemas de la Gran Guerra (1914-1918), edición bilingüe (los textos en su idioma original y la traducción al castellano), la compiladora es una tal María Eugenia Góngora. Es un libro que ese poeta compró por quinientos pesos, una cifra irrisoria. A la mayoría de los poetas no los conozco, pero se incluyen textos de Trakl, Stefan George y Apollinaire, lo cual ya es suficiente motivo como para leerlo.
Todos están cruzados por la ballesta de la muerte, en todos hay un sesgo de decrepitud, no en sus textos sino en el ambiente que crean. Me importa mostrar un poema de Apollinaire, se titula Mutación.

Una mujer que lloraba
Eh! Oh! Ha!
Unos soldados que pasaban
Eh! Oh! Ha!
Un guarda-esclusa que pescaba
Eh! Oh! Ha!
Las trincheras que blanqueaban
Eh! Oh! Ha!
Unos obuses que estallaban
Eh! Oh! Ha!
Unas cerillas que no encendían
Y todo
Ha cambiado tanto
En mí
Todo salvo mi amor
Eh! Oh! Ha!


Ésas interjecciones súbitamente me llevan sobre el Pequod, me llevan al departamento de Hernández haciendo largos monólogos improvisados a la usanza del siglo XIX. Pocos más puedo decir.

El otro libro se titula El oficio de escritor. Son todas entrevistas a, obviamente, escritores en los que se les sacan de sus casillas preguntándoles cómo escriben: sus hábitos, la cuestión del talento, su relación con la crítica y todo eso. Si se desea se le puede tomar como un manual para hacerse escritor, siempre y cuando pueda uno resucitar luego del suicidio que provoca leerlo. Pocas ganas quedan de hacerse escritor luego de leer tales respuestas.
La lista de entrevistados no carece de cierta lógica: E. M. Forster, Mauriac, Pound, Eliot, Pasternak, Miller (Henry), Huxley, Faulkner, Hemingway, Moravia, and last but not the least, Capote. Digo que no carecen de lógica, pero no sé a cuál responderan.

A la sazón sólo he leído las respuestas de Capote y de Hemingway. Citaré pasajes agradables. Primero Hemingway:

"Mientras mejores son los escritores, menos hablan de lo que han escrito ellos mismos. Joyce era un escritor muy grande y sólo les explicaba lo que estaba haciendo a los necios. Suponía que otros escritores a los cuales respetaba eran capaces de saber lo que él estaba haciendo cuando lo leían"

"— Estas preguntas relativas al oficio del escritor son realmente engorrosas.
— Una pregunta sensata no es ni placentera ni engorrosa. Con todo, creo que para un escritor es muy malo hablar sobre su manera de escribir. El escritor escribe para ser leído por el ojo y ninguna explicación o disertación debe ser necesaria. Uno puede estar seguro de que en el texto hay mucho más de lo que se leerá en una primera lectura, y, siendo el autor del texto, al escritor no le corresponde explicarlo ni dirigir excursiones por la región más difícil de su obra."

No sé cómo el entrevistador tuvo los cojones para seguir con su cuestionario. Bien por él.
Ahora Capote:

"— ¿Cuáles son algunas de sus extravagancias personales?
— Supongo que mi creencia en las supersticiones podría considerarse una extravagancia. No puedo dejar de sumar todos los números: hay algunas personas a las que nunca llamo por teléfono porque sus números suman una cifra de mal agüero. También rechazo ciertos cuartos de hoteles por la misma razón. No tolero la presencia de rosas amarillas, lo cual es algo triste porque son mis flores favoritas. No puedo soportar tres colillas en el mismo cenicero. No viajo en un avión con dos monjas. No comienzo ni termino nada un viernes. La lista sería interminable. Pero derivo una especie de curiosa comodidad obedeciendo estos conceptos primitivos."

"Yo he recibido y sigo recibiendo ataques, algunos de ellos sumamente personales, pero ya no me irritan. Puedo leer el libelo más injurioso contra mi persona sin que se me altere una sola vez el pulso. Y en relación con esto tengo un consejo que dar: nunca hay que rebajarse contestándole a un crítico, nunca. Las respuestas puede uno escribirlas mentalmente, pero nunca debe ponerlas en el papel."

Pobre Truman. Todavía te siguen dando como bombo en fiesta, ¿será porque aún se te lee a pesar de todo lo que fuiste?, y me dices al oído, tranquilamente: "cariño, te lo digo en serio, espero que no alcances nunca el centro del planeta Tierra y que nunca descubras uranio, rubíes y Monstruos Perfectos. De todo corazón, el que aún me queda, espero que te vayas al campo y vivas allí por siempre feliz"… pero ya es demasiado tarde Truman, ya fui muerto por uno de ellos.

lunes, 28 de noviembre de 2005

Renunciar al blog

¿Estoy a resguardo aquí? ¿Estoy totalmente seguro donde ahora estoy?

Es ya un día lunes, bien pasadas las dos de la madrugada y he ido a comprar cigarrillos. Miré en todas direcciones mientras caminaba hacia el servicentro-abierto-las-24-horas tratando de anticiparme al hombre que me mataría porque no quise darle cien pesos. Nunca lo vi, mejor así. El camino se me hizo demasiado largo, me di cuenta de ello sólo cuando venía de vuelta a mi casa.

Para llegar hasta los ansiados cigarrillos hay que pasar por una plaza donde por lo general hay tipos ocultos por las sombras drogándose tranquilamente. Esta vez no fue la excepción. Mierda, ¿por qué diablos debería haber sido ésta una excepción? ¿Acaso por el único puto motivo de que yo iba pasando y tenía miedo? Las cosas así no funcionan, y lo sé, y sé que me hago el olvidadizo con esas leyes que conozco y que no tienen por dónde invertirse para mi beneficio.

Pensé en algún momento llevarme el libro que estoy leyendo y fumar sentado en esa estación de servicio. Evidentemente no lo hice. Imaginé que no por comprar una cajetilla de cigarros tendría derecho a quedarme horas leyendo. Por suerte no lleve el libro: la música del video que pasaban estaba a un volumen demasiado alto para concentrase. Ahora escucho Pearl Jam. Hace pocos días estuve en su segundo concierto en este país. Primera vez que vienen a este continente, primera vez que los veo en vivo, esperé más de una década por ellos. Junto con Chandler, Capote y Chesterton, ése quinteto me han salvado la vida durante esta semana. Se los agradezco profundamente. Now I believe in miracles, aunque ya nada importa ¿cierto Lagos?

De los antes mencionados he leído en estos pocos días lo siguiente: Chandler, El largo adiós; Capote, Plegarias atendidas; y de Chesterton leí El hombre que fue Jueves. Todas ellas son novelas excelentes, me aliviaron grandemente y eso es meritorio para con cualquier cosa que me ocurra ahora: si me hubiesen llevado preso por lo que hubiese sido y eso me tranquilizara, pues intentaría que me llevasen nuevamente, una y otra vez.

¡Ay Truman! ¡El modo en que te conocí y te amé y ahora vuelvo contigo cuando ya no estoy con aquella que nos presentó! De ti ya leí Música para camaleones, y lo sabes, sabes que lo leí con furor y sin miramientos, lo devoré. Algún día volveré sobre A sangre fría, algún día leeré Desayuno en Tiffany’s y Otras voces, otros ámbitos, créeme que lo haré. E irremediablemente la recordaré, la memoria no tiene remordimientos, ella no tiene una conciencia que le diga lo que debe y lo que no debe hacer… que se joda mi memoria y todo lo que contiene.

El gordo de Chesterton. A ti te conocí por Borges, ¿no es eso ya suficiente? No, nunca lo es, nunca nada es suficiente lo sé. Este año ya me he robado dos libros tuyos, El candor del padre Brown y El hombre que fue Jueves. No me han descubierto en ninguna ocasión, por suerte los libreros de viejos no tienen la sagacidad de tus héroes querido gordinflón. También ya pasé por los Cuatro pillos, que según he podido comprobar tiene un título que varía indefinidamente de acuerdo a la traducción que se trate, pero eso te da lo mismo ¿no? Quizás sabiendo dónde estoy me recomendarías que me de-volviese al catolicismo, que allí sí que voy a encontrar consuelo a este sufrimiento, pero no, yo te miraría hacia arriba y estaría seguro que me estás jugando una broma, una más de tus infinitas ironías, ¡a ti no se te puede creer en absoluto! ¿Cómo pudiste escribir esa trama policial mezclando anarquismo, metafísica y toda una increíble alegoría del libro del Génesis? Me abrumaste, me suspendiste por todo un día y luego me dejaste caer, me hiciste feliz durante varias horas, y eso te exime del infierno de una vez y para siempre.

La leí, la última novela que Bolaño leyó antes de partir a juntarse con Mario Santiago y Cesárea Tinajero. Espero que no sea una analogía de lo que me pasará en unas semanas más, ¿cierto que no lo permitirías Raymond? Quizás mandaras a Marlowe a protegerme de mis demonios internos, al igual que él creyó cuidar a ese otro escritor mediocre. Pero ése también acabó muerto. Nunca había leído nada tuyo, lo siento, pero debo a Hernández que consiguiese tu libro (saludos a Quinecuño). Por unas cuantas horas quise ser como Marlowe, pero me di cuenta luego que yo de duro no tengo nada, de rudo y valiente de arrojado y todo eso no tengo ni una pizca. Podría haber sido un detective, pero uno salvaje y aún así me faltarían siempre los cojones para levantarme mañana a mañana, como ahora. ¿Te diste cuenta lo que hacías cuando compendiabas todos los tipos de rubia que existen, cuando aquel escritor hablaba sobre su trabajo, cuando volteabas toda la acción y me quedaba sin aliento feliz por haberte descubierto? Quizás lo sabías, preferiría que no, que ahora te sorprendiera que no me dejaste caer por un par de días, sólo por leerte.

Debería también acabar de una vez las novelas de Arlt que tengo (Los lanzallamas y El amor brujo), también a Pessoa. Pero esos no son mis libros, son préstamos que devolveré, algún día, cuando no tenga ganas de matarla mientras le hago el amor, o al revés, la cosa es matarla de un modo u otro. Costará harto volver sobre Kafka también. En momentos así parece que el universo conspira contra mí. Le dije alguna vez a Hernández que el mundo tiene una estructura de íntima tristeza, pero que sólo podemos notarla cuando nosotros mismos estamos medios-muertos, en el fondo del hoyo, llorando junto al mundo.

No sé por qué escribo esto. Simplemente llegué de comprar los cigarrillos con la primera oración en la cabeza. Luego pensé ponerla en el blog, aún no lo sé. Probablemente lo haga porque hace tiempo no publico, en todo caso ¿hay alguien que lo lea? La respuesta es obvia además de humillante.

miércoles, 31 de agosto de 2005

Perpetuidad de la lucha

Dice Pessoa o quizás Bernardo Soares: «Nuestros padres destruyeron alegremente porque vivían en una época que todavía tenía reflejos de la solidez del pasado» (1); y sigue la misma línea que Papini en el Hombre acabado en el capítulo L, “A la nueva generación”. Algo de ambos hay en lo que sigue.


Sólo, pero sólo después de los 14.600 días de vida sabremos con seguridad lo que valemos. Antes, todo intento de una definición es tarea vana, que no lleva sino a la desesperación o a darnos cuenta de que no valemos ni un mísero céntimo. Cuando los ímpetus de la primera juventud nos llaman a revelarnos contra los estándares vulgares de la sociedad, entonces creemos tener dentro de nosotros un fuego como el que Prometeo arrebatóle a Zeus, es entonces cuando se nos ocurren las tares más increíbles, cuando surgen a nuestra conciencia las labores inacabables, las obras magníficas —todas esas que no llevé a buen término, y no por falta de decisión o por flaqueza de mi recia voluntad, sino porque es connatural a esta juventud que siempre surjan nuevos proyectos, nuevas luminarias que nos encandilan y que nos hacen tomar un rumbo distinto. Así que irremediablemente movémonos entre variados proyectos cual si fuésemos Leonardo o algún prohombre digno de la veneración histórica, ¿y es que acaso hay otra? Y así como el joven quiso en su temprana juventud emprender la labor de componer, de tejer toda una enciclopedia, una que albergara todo el conocimiento universal, asimismo también quiso llegar a la santidad mediante métodos estrictamente científicos, porque claro, los milagros y los santos sólo pueden ser entendidos hoy a través del prisma de esa —supuesta— objetividad de procedimientos. Si destruimos si despotricamos si cortamos cabezas de yeso o de mármol si violamos a las hermanas si recordamos con angustia lo por-venir, si cabe que alguien afirme que la única iglesia que ilumina es la que arde es porque no somos nuestros padres. Allá ellos. Nacieron en la época en que todavía existían utopías, o por lo menos donde las utopías se desmoronaban pero todos lo negaban sistemáticamente, todos caídos sobre sus ombligos mirando tan lejos como la densidad de sus cueros se los permitían. Y hay quienes sólo quieren quemar, sí que los hay. Pero ante esto mejor sacar conejos del sombrero, usar otros mármoles otras lanas otras plumas otras imprentas, si es que existen. Pero ante esto, prevengo:

«¿Gay? O.K.

¿Derechos de la mujer? O.K.

¿Defensa del bosque nativo? O.K.

Pero no transformemos los derechos en ideologías.

Ya no aguantamos una bandera más.» (2)

* * * * *

(1) Libro del desasosiego, 3.

(2) Noreste, Año 6, Nº 31, dic. 2000, Pág. 3.

miércoles, 10 de agosto de 2005

Quedan dos

Y se me ocurre que ante todo, o sea, por lo mismo, no es que quiera decir esto, mejor dicho, lo que en verdad quiero decir, pero si esto no es nada personal, y es que, sobre todo, pero mírame cuando te hablo, deja tomar tu mano entre las mías cada vez que miras tus sábanas sangrientas. Pero claro, ya está todo dicho, o mejor, todo es una broma de mal gusto, ¡de pésimo gusto! o por lo menos así me gritan desde la otra esquina de Dr. Johow, así que ante todo por favor, mesura, tranquilidad y sobre todo destreza, ¡sí!, ¡destreza señores! ¡Destreza señorita!, porque esto es lo único claro, aunque también sabemos que todo podría ser un intríngulis de un demiurgo un tanto frustrado, un amanuense celestial un poco pasado de revoluciones, un genio maligno trasnochado de tanto tomar ron con los punks de la plaza.
Pero me siento y me siento.
Una simple figura retórica.
¿Y qué hay con los oximoron?: sol negro, hielo ardiente, humano racional, filósofo de la verdad, apariencia real, y bueno... tantos otros que podríamos enumerar: rock antisistémico (¡ja!), anarquismo utópico (¡ja! x 2). Y la mayor de todas: A.P. & R.S. (¡ja! x infinito).
Quedan dos, y esto me parece también una simple figura retórica digna de tu retórica.
Me envuelvo entre tus piernas por todo un mes y no quiero dejarlas ni salir a respirar fuera de tu boca. Me encandilo con luces que me eran desconocidas y caigo hasta más abajo que lo que está más abajo porque no hay piso seguro más que caerme sobre tus faldas o sobre tu pecho, que vendrían siendo lo mismo (porque cumplen la misma función, para ).
Me caigo ciosa, y doy botes en el fondo de un cráter apagado, o de un lago vagamente azteca.
Reboto ciosa, y mientras subo a donde se debería estar, me prendo a ti y espero que las profecias salidas de tu boca no se cumplan: Quedan dos, quedan dos, ¡años!, ¡lustros!, ¡décadas!

Mi alma es una orquesta oculta; no sé qué instrumentos tañe o rechina, cuerdas y harpas (sic), timbales y tambores, dentro de mí. Sólo me conozco como sinfonía (1).
Como sinfonía tocada y oída por ti.

* * * * *
(1) Pessoa, Libro del desasosiego, 24.

lunes, 8 de agosto de 2005

8 conductos

Las mujeres de Santa Teresa (o de Ciudad Juárez) olvidan a cada instante que cualquier día pueden desaparecer para siempre, y cuando quizás aparezcan lo harán con el hueso hioides roto, violadas por los ocho conductos si es que tienen mala fortuna.
Y bien, ¿cuáles son esos 8 posibles conductos?:
1. Vagina
2. Ano
3. Boca
4. Oreja izquierda
5. Oreja derecha
6. Ojo izquierdo
7. Ojo derecho
8. Ombligo
2666 no pierde momentos para ser tétrica y brutal: hubo algún loco -uno que estaba muy pero muy taras bulba- que luego de violar por los siete conductos "razonables", pasaba a hacer una pequeña incisión con su cuchillo en el ombligo de la víctima y por ahí mismo la penetraba y eyaculaba.
Recuérdame esto una historia, probablemente una historia de campo. El relato va de una pareja ansiosa por tener sexo, pero que llegado el momento decisivo, pues ninguno de los dos sabe por dónde meter lo que se debe meter. La solución al parecer les pareció evidente, así que con no poco esfuerzo, tenían sexo por el ombligo de la joven. Quiero decir, que el esfuerzo era para ambos, ya se entienden las razones. La historia no es más larga que esto, pero su punto máximo es cuando la joven asiste al doctor porque una infección se habia asentado en su ombligo. Luego de variadas preguntas, el galeno concluye que la grave infección se debía a que el amante de la joven evacuaba su semen justo en ese pseudo agujero.
Todo se olvida.
Silencio.
El desastre es inminente.
Aunque ya nadie se acuerde qué es el desastre.

jueves, 21 de julio de 2005

True man

Alguna vez Fiodor Mijailovich dijo que todos habíamos surgido debajo del capote de Gógol. Ése es un relato magnífico, claro está: El abrigo o El capote, depende de la traducción que usted posea.
Alguna vez leí A sangre fría, lo recuerdo, pero es un recuerdo impreciso y brumoso, como deberían ser los recuerdos. Lo dejé tirado por ahí y ahora no sé si aún lo mantengo arrumbado. La sensación es oculta, se me oculta, no recuerdo qué impresión me dejó y claro, si hay libros que marca no dejan, ¿no es razón suficiente como para nunca volver sobre ellos? Así se piensa, así lo pensaba hasta la madrugada de ayer.

Soy un alcohólico. Un drogadicto. Un homosexual. Soy un genio. Por supuesto, podría ser estas cuatro cosas tan dudosas, y seguir siendo un santo. Pero no soy un santo todavía, no señor.

Caminaba por el Paseo Ahumada y lloviznaba lo suficiente como para poder leer bajo la tenue capa de agua que manchaba mis lentes. Ahí acabé un cuento. Pocas cosas se me olvidarán cuando esté a punto de morir, lo sé. Quizás se me olvide tu perfume (que no es producto de la crema Lechuga, ya lo sé bien), también mis oídos han de olvidar tu voz y mis manos tu cuerpo. Todo eso lo sé. No olvidaré -en todo caso, en todo terrible caso- que conocí a un hombre-de-verdad, o al hombre-verdad: todo se juega en meros problemas hermenéuticos dicen las voces en mi cabeza.

Voices rejecting me "others steal your thoughts they're not confined to your own mind"
Voices protecting me "good behavior brings the Savior to his knees"

Tenía dinero en los bolsillos (una anotación banal). Tenía tu libro entre mis manos y lloviznaba sobre Santiago, sobre esa ciudad que no es la de Georg (un punto importantísimo). Que tampoco es la de G. W. F. Quizás ahora tu libro esté acartonado por el agua que absorbió, realmente lo siento, pero ya lo hice y qué. Me acordé de Ulises Lima que leía libros cuando se duchaba, "pero sólo de poesía" y ahí en París, en un departamento de una chica feminista Ulises y ella riéndose hasta que la risa duele, como cuando tocamos algo demasiado caliente y de tan caliente que está sentimos que está congelado, o viceversa, pero la idea es esa ¿entendido?

- Estoy rezando por usted, Mary. Quiero que viva para siempre.
- No rece por mí. Mi alma ya se ha salvado. Rece por su madre. Rece por todas esas almas perdidas en la oscuridad.

Casi llego a Moneda cuando acabo el cuento. Y siento que el hombre-de-verdad se me escapa entre los dedos, que escribo su nombre en la arena y luego luego llega una ola pequeñita, insignificante pero que borra ese nombre y me quedo mirando el horizonte, quizás esperando que esa ola vuelva cuando ya sea adulta y escriba su nombre ya no sólo en esa playa sino en toda la tierra. Llegará el día en que todos serán hombres-de-verdad. Realmente lo espero. Y mientras tanto su nombre me apreta el pecho -que es evidentemente el lugar de las lágrimas- y ese nombre quiere que llore, no por mi madre ni por las almas perdidas en la oscuridad, sino por mí mismo y quizás mi alma.

- Más vale así, porque al fin y al cabo, sólo nos tenemos el uno al otro. Estamos solos. Y así hasta la tumba. Ésa es la tragedia, ¿no?
- Te olvidas de que también tenemos a Dios.
- Sí. Tenemos a Dios.

Antes. Leo concentrado algo que no tenía intenciones de leer, leo ése prefacio revelador. Ciertamente hay muchos motivos para bajar la guardia y que el diablo nos penetre subrepticia pero dolorosamente, sí que hay motivos. Hay pocos por los cuales la voluntad se torna palabras, uno de ellos es ése prefacio. Aunque claro, no pidan cierta "articulación" de esas palabras: basta con saberlas escritas, otro quizás les dé sentido, si es que hay algún sentido reservado para esas palabras mías. Que no sé si tienen origen definido, pero que están orientadas, claramente orientadas.

Pues, todos, siempre, sólo escribimos, sólo eso se puede escribir,
love-letters. Cartas de amor son la Metafísica de Aristóteles, Las Lanzas y la Constitución Política de 1980: hay muchas formas de amar.

Me retuerzo de lágrimas. Pero me las trago: luego saldrán despedidas en mis fecas. E irán a parar a ese mismo sitio donde su nombre quedó guardado para nunca jamás. Pido respeto tontolerancia reciprocidad cerveza y hombres-de-verdad. ¡Ay querida ciosa! Quizás olvide todo, quizás muera antes de siquiera recordar quizás no viva para poder recordar. Esta es una forma de agradecimiento.

- Recuerda, te dije que si alguna vez te preguntaran cómo era yo, cómo era
en realidad ¿cómo contestarías esa pregunta? Apuesto a que dirías que era una palurda.
- Por supuesto, pero también les diría... Yo diría.
- No te oigo.
- Diría que eres una hermosa niña.

lunes, 18 de julio de 2005

Últimos reportes de este universo

Lunes 18 de Junio de 2005. 10:30 hrs.

Mucho frío hace en esta sala de la ARCIS.

Y yo que en vez de un café me compro una Sprite (obedece a tu sed...)

En la micro me leí La condena.

El chofer no quería cobrarme el pasaje de estudiante.

Creo que la gente pensaba que yo era un ratero.

Si me hubiese visto a mí mismo, habría pensado lo mismo, creo.

No sé qué pensar, ¿por qué Georg se lanza al agua?

Respuesta evidente: ¡pues porque su PADRE se lo ordenó!

La condena no admite réplicas, la culpa tampoco.

Lo que se debe se debe para siempre, no hay culpa si ésta no es eterna.

Todo lo demás sólo es un mísero sucedáneo de la culpa verdadera, original.

(En el supuesto de que hay algo netamente original)

(Estamos llenos de supuestos. Además los prejuicios nos inundan, hasta el hartazgo)

Y Georg se lanza al agua, a un río que ha de estar congelado como ahora Santiago lo está.

Pero bueno, no hay que exagerar: donde Georg vive no debe ser como Santiago.

Aunque quizás sí.

Pero eso nunca Kafka lo dijo, probablemente por cansancio, por sarcasmo o por simple olvido.

O quizás -y más probablemente- porque su Padre no lo dejó abrir la boca, le ató de las muñecas y se le quedó mirando mientras el Dibujante tatuaba en su piel: "Honrarás a tus superiores" o algo peor, o algo más suave como la nieve que aquí nunca cae.

Pero sí. Recuerdo una vez que nevó. Estaba en la casa de mi abuela paterna.

Ese día además tembló.

Ante tamaños acontecimientos yo creí firmemente en que ése era el Día del Juicio Final.

A propósito, hay un libro gigantezco de Papini (el ciego, el querido Giovanni) titulado El Juicio Final.

Dicen (Vittorio Franchini, su biógrafo, uno de tantos) que le tomó toda su vida componerlo. Yo sí que lo creo.

Obras así no surgen por generación espontánea. Humanos así tampoco.

A mi lado hay una silla vacía. Sobre ella se acumulan objetos que burlan la ley de gravedad.

Y claro, ¡quiénes si no!, están burlándose Aristóteles y Georg Wilhelm Freidrich Hegel.

Y Hegel también se llama Georg.

Capítulo XXX de Informe sobre ciegos: Aviso a los ingenuos: ¡NO HAY CASUALIDADES!

Por abajo, las fotocopías de la Retórica, encima de ellas la Fenomenología del espíritu y encima tu libro del cara de ratón.

Y también sobre las fotocopias aristotélicas: la botella verde de Sprite ya vacía.

No se permite entrar con bebestibles o comestibles de ningún tipo a estas salas.

Nadie se dio cuenta de que ella ingresaba subrepticiamente conmigo.

Mejor así.

Que me quede recordando todas las horas arropado no con tu plumón sino con tu cuerpo menudo.

Mejor que preocuparse por eventos.

Mejor ocuparse.

Ocuparse en cosas que sí importan.

Como escribirte textos eternos, sin sentido, pero que me significarán frente a tus ojos.

Falta harto para que Pablo vuelva de Rapa Nui. Quiero que vuelva ya para que tome tu fotografía mostrando los dientes.

Una pose evidentemente punk.

Como la ropa que vestías el sábado en la noche mientras nos tomábamos un schop en ese local tan turbio.

Hoy para llegar hasta aquí tomé la 404. También hoy vi ese bar.

Imposible no acordarse de ti.

Hay otras cosas imposibles, pero me las reservo por pudor.

O por estupidez.

O por ambas.

Terror: espero que esta vez sí que llegue este correo hasta tu presencia.

Virtual, pero presencia al fin y al cabo.

Claro: jotaru84@hotmail.com, ¿cierto?

En todo caso, advierto: si quien lea este mensaje no es novia de Rodrigo Salgado Boza, ten la gentileza de devolver el mensaje íntegro y sin preguntas.

O antes: si quien lea este mensaje no es ni siquiera mujer, pues ya sabes lo que tienes que hacer. Por favor hazlo.

Ya son las 11 de la mañana y hay ruido en esta sala; sólo las manos las tengo un poco heladas.

Te quiero aquí, a mi lado.

Te quiero aquí, ocupando el mismo punto espacial que yo.

Que me arropes con tus brazos, y bueno, también con ese plumón que te provoca alergia.

Acabo de oír que "el sistema se cayó", ¡Ay, ay!

¿Qué significa eso? ¿Que no te podré mandar este correo?

Solución: publicarlo en mi blog.

Aunque claro, eso puede resultar algo embarazoso, ¿o no?

Hay voluntad: lo haré. Pero no recuerdo bien la dirección para publicar...

Pero si se "cayó el sistema" tampoco podré visitar esa página.

Hay problemas.

Todos lo saben, decirlo es una tautología.

Parece que es cierto: no hay conexión.

El sistema se cayó.

Pero mi voluntad de quererte a mi lado no.

¡Por la memoria del capitán Ahab que no!

sábado, 18 de junio de 2005

Pablo Abufom (trunco cineasta: sí, soy tu tumba, tu mazmorra) escribió el viernes 17 de junio de 2005: Enfermarse de resfrío común es dar cuenta de la presencia inescapable de lo indígena en nosotros: todavía nos jode la salud el Adelantado tosiendo sobre nosotros, todavía no notamos que el espejo a cambio del oro también reflejaba la muerte. Salud, señor. Salud.
Ahora bien, es cierto lo de mi enfermedad. No lo niego, ¡aún mantengo algo de valor, claro que sí! Pero -y esto es lo importante- esa posibilidad que se abre para vuestra interpretación... pues me parece francamente inaceptable. ¿Es que acaso os juntais en demasía con Decontrujillo, aka Iván Trujillo? Aquel Trujillo que salió del dogma trinitario católico para ingresar al dogma fenomenológico husserliano... ¡a ése me refiero oh mozuelo!... Pues bien, vos veréis con quién os juntais, sólo os digo, teniendo en cuenta el grande aprecio que por vuestra alma tengo, que mireis despectivamente tales hombres, ¡que no son prohombres, de ningún modo!
Mantenerse estático es lo mejor que a nadie pudiese ocurrírsele, creo yo.

martes, 7 de junio de 2005

Páginas 982-983

«Las obras menores, en realidad no existen. Quiero decir: el autor de una obra menor no se llama fulanito o zutanito. Fulanito y zutanito existen, de eso no cabe duda, y sufren y trabajan y publican en periódicos y revistas y de vez en cuando incluso publican un libro que no desmerece el papel en el que está impreso, pero esos libros y esos artículos, si usted se fija con atención, no están escritos por ellos.Toda obra menor tiene un autor secreto y todo autor secreto es, por definición, un escritor de obras maestras. ¿Quién ha escrito tal obra menor? Aparentemente un escritor menor.»

viernes, 27 de mayo de 2005

77 argumentos a favor del movimiento de Dios

¿Se moverá Dios?, no de la manera en que yo lo hago, pero ¿se moverá Dios?
1. Dios se mueve y sus vaivenes son el mundo.
2. Dios se mueve y lo que toca en su baile desenfrenado cobra realidad. (esto supone que hay cosas que no son reales, cosas del pensamiento de Dios)
3. Dios se mueve y su impulso es su vanidad de Creador.
4. Dios se mueve pero su danza es tan ridícula que en despecho crea el mundo.
5. Dios se mueve pero torpemente y de cada práctica surge un ser.
6. Dios se mueve cuando está ebrio y cada hálito alcohólico le impide ser bueno.
7. Dios se mueve en la desesperación.
8. Dios se mueve en la obligación de Crear.
9. Dios no es Dios y sus movimientos marcan su rebeldía con su Superior. (que sí sería Dios)
10. Dios es Prometeo y se mueve intentando desembarazarse de las cadenas que no lo dejan bailar a sus anchas.
11. Dios es un volcán y a cada movimiento suyo arrasa con cientos de pueblos.
12. Dios es un pez recién capturado y se mueve para zafarse de la red que lo aprisiona.
13. Dios es como un hamster girando en la rueda del Tener Que Ser.
14. Dios está alienado de sí mismo y se mueve en el afán de hallarse, de ganarse.
15. Dios se mueve en la angustia de estar solo.
16. Dios no sabe qué sea la soledad y se mueve buscando alguien con quien departir.
17. Dios no es el único Dios, hay muchos que están separados por el infinito, sus movimientos vanos buscándose refieren a lo Creado.
18. Dios no es el único Dios, entre todos Crearon, sus movimientos son fruto de la natural enemistad por la autoría final.
19. Dios es una divinidad imberbe, sus movimientos son por causa de la adolescencia.
20. Dios se mueve pero es semi sordo y algo ciego, de tales defectos ha surgido la Creación.
21. Dios se mueve pues es un dictador evitando una revuelta de sus subalternos celestiales.
22. Dios se mueve evitando que el diablo se apodere del mundo.
23. Dios se mueve por controversias teológicas.
24. Dios es marxista y su movimiento es la lucha de clases.
25. Dios se mueve para llevarles la contraria a los que afirman que no.
26. Dios se mueve porque nada tiene que hacer en el Octavo Día.
27. Dios se mueve porque está pariendo siempre algo nuevo. (su maldición no lo alcanza así que no sufre al hacerlo)
28. Dios se mueve podando al Árbol de la Sabiduría.
29. Dios se mueve poniendo una cerca infinita alrededor de ese Árbol.
30. Dios se mueve talando el tronco enorme del Árbol, cada astilla que salta simboliza lo Creado.
31. Dios se mueve sodomizando al Espíritu, de su eyaculación provenimos.
32. Dios se mueve destruyendo todas sus imágenes, por eso no sabemos cómo sea.
33. Dios se mueve en la ignoración de la quietud.
34. Dios se mueve idolatrando sus imágenes, de ahí el culto terrestre a Él.
35. Dios se mueve pues la quietud es la Nada, el demonio.
36. Dios está enfermo, sus movimientos son simples ictus.
37. Dios se mueve pues es lo más idóneo para mantenerse en forma.
38. Dios está en la atmósfera, su movimiento coincide con los vientos y los tornados.
39. Dios se mueve por inercia.
40. Dios se mueve porque se lo dicta su conciencia.
41. Dios se mueve en la necesidad de ser útil para sí mismo.
42. Dios se mueve porque está en el purgatorio y sufre por ello.
43. Dios se mueve involuntariamente, sufre de convulsiones por la fiebre.
44. Dios se mueve escribiendo, sus marcas de imprenta son el Destino.
45. Dios se mueve sobre un charco de barro, las marcas que deja en la alfombra de su Hogar son la cifra del mundo.
46. Dios se mueve en un acceso de ira contra Él Mismo.
47. Dios se mueve llorando por la pérdida del Hijo.
48. Dios se mueve por arrepentimiento.
49. Dios es un libro, se mueve por quien lo entienda.
50. Dios se mueve pues la quietud lo lleva a pensar.
51. Dios se mueve por cada acto de lujuria humana, nadie sabe cuándo se detendrá.
52. Dios se mueve en el afán de desconcertar a sus enemigos.
53. Dios se mueve para que alguien lo descubra.
54. Dios se mueve para que alguien repare en Él.
55. Dios se mueve para que alguien lo tranquilice.
56. Dios se mueve porque la ropa le queda grande.
57. Dios se mueve porque tiene pidulle.
58. Dios se mueve a falta de orgasmos.
59. Dios se mueve para tener qué comer día a día.
60. Dios se mueve, entre el bien y el mal.
61. Dios se mueve para desentumecer los músculos atrofiados por el esfuerzo de la Creación.
62. Dios se mueve en la decepción al comprobar la Creación.
63. Dios se mueve buscando un sucesor idóneo para la Tarea.
64. Dios se mueve pues sufre de un trastorno de personalidad.
65. Dios se mueve aunque Él no lo quiera, su voluntad es impotente.
66. Dios se mueve, cayendo al infierno.
67. Dios se mueve aleteando por sobre nuestras cabezas.
68. Dios se mueve intentando convencernos de su existencia, su retórica conforma la realidad.
69. Dios se mueve buscando el interruptor en una habitación a oscuras.
70. Dios es un autómata, su movimiento corresponde a lo prefijado por su Creador.
71. Dios se mueve pues eso se adecua a su Plan.
72. Dios es un atleta, busca ganar la carrera que tiene como premio la adoración de su Idea.
73. Dios se mueve huyendo de los demonios que lo acosan constantemente.
74. Dios se mueve en la necesidad de perpetuar la estirpe divina.
75. Dios se mueve retorciéndose de dolor por las heridas que le inflingió el demonio.
76. Dios se mueve, me da la respiración boca a boca a cada momento.
77. Dios se mueve, para no desvanecerse en el éter.

Extraído de Apuntes de un grafómano, inacabada novela.

66 argumentos contra el movimiento de Dios

1. Dios se movió, ya no lo hace.
2. Dios no se mueve por agotamiento
3. Dios no se mueve desde el Séptimo Día.
4. Dios no se mueve para asegurarle a la Iglesia un sustento teológico.
5. Dios no se mueve porque Aristóteles le cae bien.
6. Dios no se mueve, idea.
7. Dios no se mueve, Es.
8. Dios no se mueve pero le gustaría para refutar a los eleatas.
9. Dios no se mueve por respeto a los muertos, a sus muertos.
10. Dios no se mueve para seguirle el juego a los estaticistas.
11. Dios no se mueve por comodidad.
12. Dios y la inmovilidad son Uno.
13. A falta de Hijo: el Padre, el Espíritu y la Inmovilidad.
14. Dios no se mueve pues sigue los dogmas de la Iglesia.
15. Dios mismo no se mueve, pero algo en Él sí que lo hace.
16. Dios no se mueve, su Voluntad sí —que no es lo mismo.
17. Dios no se mueve pues detesta la actividad física.
18. Dios no se mueve para que el mundo no desaparezca.
19. Dios no se mueve pues no sabe lo que es el movimiento.
20. Dios no se mueve porque el movimiento es corrupción.
21. Dios no se mueve pues le gusta contemplar el mundo.
22. Dios no se mueve porque todos acuden a Él, debe mantenerse ubicable.
23. Dios no se mueve porque en el fondo de Su Ser es flojo.
24. Dios no se mueve desde que le dijeron que lo hiciera.
25. Dios no se mueve porque lo están retratando de cuerpo completo.
26. Dios no se mueve para que no le quiten el Trono.
27. Dios no se mueve porque no sabe a dónde ir.
28. Dios no se mueve porque está amenazado de muerte.
29. Dios no se mueve porque fuera de su casa lo espera Nietzsche.
30. Dios no se mueve porque acaba de tener un orgasmo.
31. Dios no se mueve pues está con rigor mortis.
32. Dios no se mueve para no perderse detalle de la comedia humana.
33. Dios no se mueve, está oyendo los argumentos de Tomás de Aquino.
34. Dios no se mueve porque está preparando el Juicio Final junto a Papini.
35. Dios no se mueve, está teniendo un sueño plácido, de ahí venimos (?).
36. Dios no se mueve, pues hasta Él respeta a la muerte.
37. Dios no se mueve pues asume el sedentarismo como forma de vida.
38. Dios no se mueve porque no cree en la epifanía.
39. Dios no se mueve pues los fenómenos son de índole humana.
40. Dios no se mueve pues en el fondo quiere que la tortuga le gane a Aquiles.
41. Dios no se mueve porque no puede, está ahorcando a Zoroastro y a Mahoma.
42. Dios no se mueve porque aún no le llega el turno.
43. Dios no se mueve para poder camuflarse y salvar la vida.
44. Dios no se mueve porque nadie quiere bailar con él.
45. Dios no se mueve para suavizar el castigo que recibirá por la Creación.
46. Dios no se mueve por spleen.
47. Dios no se mueve pues es el stator de su propia maquinaria.
48. Dios no se mueve por imitar a Gernández Huerta.
49. Dios no se mueve, su movimiento es una ilusión trascendental.
50. Dios es Atlas, no se puede mover mientras haya mundo.
51. Dios es una estatua de mármol.
52. Dios no se mueve, lo haría sólo para llevarme la contra.
53. Dios no se mueve por paranoia.
54. Dios no se mueve en el anhelo de un sismo.
55. Dios no se mueve, está con camisa de fuerza.
56. Dios no se puede mover, está esperando una llamada.
57. Dios no se mueve so pena de que lo despidan.
58. Dios no se mueve para que después no digan que los dejó hablando solos.
59. Dios no se mueve porque no le gusta el «Voy y vuelvo» de Parra.
60. Dios no se mueve pues nos está pensando con coherencia.
61. Dios no se mueve porque está percibiendo lo que nosotros no.
62. Dios no se mueve, está esperando que fragüe la figura de una mujer de barro.
63. Dios no se mueve, porque aunque muerto, no quiere follar.
64. Dios no se mueve, la agonía se lo impide.
65. Dios no se mueve, se conforma con lo que hay.
66. Dios no se mueve, se muere.

Extraído de Apuntes de un grafómano, inacabada novela.

domingo, 15 de mayo de 2005

Ruido de fondo

A expresa petición de don Pablo Abufom (trunco cineasta) publico lo que sigue:

Esto es lo que ha llegado a mí después que desperté:
Salía de la Universidad acompañado por otra persona más baja que yo, de contextura más débil que la mía, lo más probable es que fuese una mujer vestida de negro, pero yo nunca le vi el rostro: no sé si lo cubría todo el tiempo con su pelo también negro o con un manto de idéntico color.
En algún momento Heidegger apareció a nuestro lado, lo más probable es que estuviera con nosotros desde antes. Él nos guiaba a su casa que quedaba a pocos metros de la Universidad, a la cuadra siguiente en esas casas de techo alto que tienden más a lo largo que a lo ancho.
En el trayecto nada pasa, no hay intercambio de palabras.
Cuando llegamos a su casa, él abre la puerta y llegan a mis oídos acordes potentísimos de guitarras eléctricas y una batería a punto de estallar. Heidegger vive con un nieto adolescente que está tirado en un sillón del living escuchando esta música.
De inmediato nos invita a pasar a la cocina. Pasamos cerca del joven sin que nos preste atención, ni siquiera saluda a su abuelo.
En la cocina nos ponemos a conversar. Mi acompañante nada dice según recuerdo. Yo intento seguir el hilo de la conversación, intento recordar pasajes de sus obras que me aprobleman que me son difíciles de entender, se los comunico, le hago preguntas y él me las responde calmadamente. Pero yo no estoy calmo, a cada palabra suya más me exaspero más me irrito porque el ruido de fondo de la música del nieto de Heidegger impide que entienda la mitad de las palabras que él profiere. No estoy seguro si Heidegger habla en alemán o en un castellano forzado, tiendo a creer más en lo segundo. Él me habla, da respuestas a mis dudas, aclara problemas de traducción, me enervo me agoto en tratar de oírlo, pienso en proponerle que exija a su nieto que baje de inmediato el volumen de la música, pero nada digo, sigo intentando escuchar lo que me habla lo que nos habla.
Durante todo este rato no sólo ha hablado sino que se ha movido por la cocina. Toma unas cebollas y las corta de manera tal que cada capa de ella queda reducida a larguísimas tiritas blancas. Las pone en un sartén con aceite caliente y las deja ahí friéndose. Luego ha tomado unos panes como baguette pero de la mitad de su largo. Los parte horizontalmente y pone allí la cebolla frita recién sacada de la sartén.
Mientras comemos yo ya no pregunto él ya no responde. No estoy seguro si la música continúa mientras masticamos estos panes.
Hasta aquí el relato. Luego desperté o pasé a otro sueño pero a Heidegger su nieto y mi acompañante ya no los vi más
Algún día —quizás una noche— comeré nuevamente pan con cebolla frita.

viernes, 13 de mayo de 2005

Peri kínesis

P: ¿Cree verdaderamente en el movimiento?

R: ¡Es usted un sátrapa! ¡Cree usted que uno deba creer en aquello que se vive cuotidianamente! Haga usted el experimento de ir y preguntarle a cualquier persona en cualquier lugar si acaso “cree” en la respiración... ¡no joda hombre se lo ruego! Su pregunta está terriblemente mal planteada, lo cual me da a pensar lo siguiente: ¡qué clase de periodista iba a ser usted si articulaba preguntas de ese tipo! Pero bueno, no hay que ponerse catastróficos, me refiero a que no le habría tocado a usted ni a nadie resucitar el periodismo, como diría el gran nazi: sólo un dios puede ahora salvarnos...
Ahora, no sé si habrá lo movimiento (su idea), pero por lo menos es evidente que hay objetos moviéndose constantemente, para acá y para allá de arriba hacia abajo y viceversa. Que eso sea movimiento propiamente tal, no sabría respondérselo de buenas a primeras. Pero me parece pertinente hacer notar lo siguiente: usted algo conoce de los argumentos de Zenón de Elea contra el movimiento, pues bien, Carlos Pérez Soto ha dicho a propósito de lo mismo, que Rusell había notado que sólo con el establecimiento del cálculo infinitesimal (en el siglo veinte) las aporías del rottweiler de Parménides podían haber sido anuladas de modo enteramente lógico. Y esto por variados motivos... pero antes... supongo que sabrá algo de cálculo infinitesimal ¿cierto?... Noto cierto rubor en sus mejillas y no precisamente provocado por los humores del alcohol ni menos por una larga caminata, no, nada de eso hay en su rojiza apariencia facial. Pues bien, lo ve usted, me burlo descaradamente, burlas que sólo tendrán efecto si usted es ignorante respecto al cálculo infinitesimal, pero en caso contrario... pues nada, que yo tampoco soy ducho en cuestiones numerales. La cuestión es la siguiente: usted tiene que hacer operaciones matemáticas con números —nótelo bien por favor— infinitamente pequeños, números con una larga cola de decimales, con una casi infinita cola de decimales que deben ser puestos en relación con otro número con las mismas características. Ahora usted notará que hay algunas inconsistencias lógicas en todo esto, o podría haberlas: ¿qué significa eso de “infinitamente pequeños”? ¿significa acaso que, v. gr., si sumamos una serie de esos números el resultado será cero? Y ahí está la cosa, el cálculo infinitesimal ha demostrado que no, que efectivamente podemos obtener otro número “mayor” como resultado de la suma de números infinitesimales, un número que es mayor pero que igualmente tiende al cero. Entonces por ejemplo, este cálculo puede servir muy bien para los propósitos en los cuales la física se vio embarcada durante buena parte del siglo veinte, la relatividad general especial, y probablemente la actual teoría de cuerdas. Entonces, pasemos ahora a pasar somera revista a las aporías del buldózer de Parménides, que son cuatro (4) y no muy difíciles de comprender, de hecho usted junto al amigo Rueda han comprendido a la perfección el cuarto argumento y el primero.
El primero supone que si uno quiere atravesar un tramo espacial, ese tramo es infinitamente divisible en infinitas partes y que por lo tanto es imposible atravesar ese tramo espacial, pues en el hipotético lugar en el cual nos encontremos tendremos que atravesar un espacio infinito y eso es imposible.
El segundo es imperialmente famoso: es el de Aquiles contra la tortuga. En la mitología griega Aquiles era el hombre más veloz sobre la tierra, y la tortuga bueno usted ya sabe lo que sobre ella se dice, no hay para qué ahondar en detalles. Entonces se ponen en competencia a Aquiles versus la tortuga pero dándole a esta última una ventaja de diez metros. Parten la competencia y Aquiles recorre esos diez metros que lo separaban de la tortuga, pero no la alcanza porque la tortuga ya ha avanzado otro tanto, y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y cuando Aquiles recorre esa nueva distancia la tortuga ha avanzado otra distancia más pequeña y así hasta el infinito, ¡y más allá! (lo remito a La perpetua carrera de Aquiles y la tortuga del mejor escritor argentino del siglo veinte).
El tercer razonamiento es el también famoso argumento de la flecha inmóvil. Ésta es magnífica, pues supone al tiempo como hecho de puros instantes, es la inmanencia del presente, que el ser esté siempre estático sobre sí mismo, su inmutabilidad eterna y otras consideraciones que usted podría saber si se hubiese dignado de asistir a mi clase sobre la escuela eleática. La idea de este argumento es la siguiente: si el tiempo está hecho de instantes, toda parte del movimiento de la flecha lanzada estará estática en el instante, ergo, la flecha está inmóvil.
El cuarto es también muy interesante, debo decirle. Es aquel que le dibujé en cierta pared de la universidad, lo trazaré ahora digitalmente:

A A A A
B B B B > > >
< < < C C C C

Pues bien, mire usted el dibujo, ¿cierto que posee indiscutible encanto? ¿me podrá negar usted que pareciera que las letras se movieran realmente de un lado hacia el otro cual si de blancas flores azotadas por un viento aristotélico se tratasen? ¿nota que las flechas apuntan hacia un espejo en el que se aprecian las formas de todas las cosas, de esas que fueron de las que son y de las que serán en una de las posibles once dimensiones de que está compuesta la realidad? ¡Y es que acaso no ve que trato de impresionarlo con palabrería innecesaria a todas luces! No sé qué me pasa, pero no puedo dejar de joderlo con estas jugarretas de adolescente perdido en el desierto buscando por todos los medios que la luz de la luna no golpee directamente su rostro lleno de pupas fosforescentes que a punto están de ser reventadas por las picadas de unos mosquitos negros como la mugre que se junta en sus uñas... Entonces, volvamos a lo que nos convoca. Resulta que usted ve las A’s que están estáticas, y frente a ellas unas B’s y C’s que están moviéndose en direcciones opuestas y a la misma velocidad. La cosa es que cuando una B (o una C, eso da lo mismo) se mueve pasa frente a dos C (o al revés, que una C pase frente a las B’s) pero sólo frente a una A, entonces la idea es que el “átomo de movimiento” respecto de las móviles C’s es de dos (2) pero frente a las estáticas A’s es la mitad, id est, uno (1). Entonces volvemos al primer argumento según el cuál el espacio es eternamente divisible.
Recuerde ahora lo que al principio le dije, que sólo con el establecimiento del cálculo infinitesimal durante el siglo XX Zenón pudo ser refutado con consistencia lógica (o científica), pues antes estos argumentos eran precisamente un camino sin salida un quiasma
un sofisma muy bien planteado un intríngulis un galimatías un guirigay un fárrago de palabras contradictorias una —en sentido estricto— aporía. Evidentemente que Aquiles sí podría haber alcanzado a la tortuga en esa hipotética carrera, es decir que fácticamente éste le habría ganado al lento animal, pero la idea de Zenón es que es imposible demostrar la “realidad” del movimiento, se propuso demostrar la indemostrabilidad del movimiento y ¡por el gato de Hegel que sí lo consiguió!
Ahora la cosa es si en efecto creo en el movimiento, y mire usted que no sabría qué decirle y no por los argumentos con que inicié esta respuesta en los cuales lo exhortaba a ponerse de una buena vez el vestido de la civilización los pantalones de la adultez el sombrero de occidente a que fume la pipa de la razón y a que se sirva los manjares de la especulación bien encaminada, no amigo mío, nada de eso hay en esta diatriba aporética. Note que me siento tan cerca de Heráclito como ahora lo estoy de los eleatas y sus teorías estáticas y globalizantes respecto del Uno, del ser. Me placen tanto la una como la otra, y no se crea que estoy hablando en términos teóricos, como unas teorías positivas respecto de una futura “carrera” mía en esto de la filosofía, ¡no y mil veces no! Se trata aquí más bien de una simpatía —no se me ocurre otra palabra— de índole estética para con esas teorías, y es que usted no me podrá negar en buena ley que la mayoría de las ideas de la Grecia clásica sufren de una formación que tiende más a la belleza simétrica que a un constructo puramente racional. Pero al grano como dijo una vez aquel que se aprontaba a devorar un plato de delicioso arroz: el movimiento no sé si exista, así como si le diéramos carácter ontológico al movimiento, que efectivamente el movimiento sea el ser, que no exista necesidad de que haya algún ente que sea “lo movido” porque el ser mismo es puro movimiento, me parece que por ahí va Hegel, o por lo menos la lectura interesada que Pérez Soto nos da a conocer. Lo que es innegable es que hay cosas en movimiento, las vemos día a día, nosotros mismos somos una de esa máquinas movientes que a su vez tenemos la capacidad de dar movimiento a otros entes como de detenerlos aunque sea momentáneamente. La cuestión se juega no en la creencia en un concepto tan inasible como es el movimiento, sino en cierta demostración de su realidad, de su existencia en forma independiente de los entes en movimiento. Si efectivamente se logra eso, pues qué quiere que le diga. Una parte no despreciable del trabajo del meteco se juega en esas indagaciones. De hecho hay un libro de Bröcker (discípulo de Heidegger, otro aristotélico no declarado, vaya a saber uno por qué clase de motivos) en que se analiza la filosofía de este tipo desde el punto de vista de una indagación sobre el movimiento: movimiento y ser, movimiento y Dios, movimiento y filosofía, etc...
Y heme aquí que no sé por dónde tirar líneas para seguir con esta respuesta, no sé ni me interesa saber, porque quizás llegue el día en que Estática esté “terminada” y entonces podamos comprender el movimiento desde otro punto de vista, aunque claro, estos son sólo aleteos de un náufrago al que los tiburones le desgarran lentamente las bastas de los pantalones...


(Fragmento de las Entrevistas, agradable libro de preguntas y respuestas entre Hernández y Salgado)


jueves, 12 de mayo de 2005

Musicalidad poética

P: ¿Por qué se hace tan difícil para un narrador el lograr reproducir sonido en sus textos? ¿Privilegio de poetas, o sencillamente falta de inventiva prosista?

R: El libro de dios está escrito en verso.

(Fragmento de las Entrevistas, agradable libro de preguntas y respuestas entre Hernández y Salgado)

miércoles, 11 de mayo de 2005

Mafia sutil

He adquirido (Carlos Saldías entenderá) el volumen Poesía femenina chilena selección de Nina Donoso Correa editado durante 1974 en Chile.

(Poco sé de literatura, lo admito, menos sé de poesía y sus autores, así que de poesía mal llamada ‘femenina’ pues mucho menos es mi conocimiento. A pesar de ello siento gran simpatía por poetas de la talla de Mistral, (Winet) de Rokha, Ibarbourou y aquella que se hizo muerta buscando el horizonte dentro del mar... y paremos ya de contar con las clásicas. Contemporáneas a mi peculiar época sólo he leído a Nadia Prado que ya ha publicado tres libros: Simples placeres, Carnal y Copyright. No me queda duda alguna que su trabajo vale cada letra en oro, es sólo cosa de leer la introducción que le da a su primer libro, Simples placeres (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 1992):

Desperté
y todo estaba ahí
(la realidad completa)
No tuve más que tomarla o
desaparecer


Reservémonos los comentarios hasta que hayamos conseguido por lo menos una de sus publicaciones, que no se contentan con tener formato libro sino que se extienden a colaboraciones en revistas y en las más diversas publicaciones. La Prado se mueve y se mueve bien entre las pútridas aguas del mundillo editorial. No agregaré la circunstancia casual de que conozco —el verbo es excesivo— personalmente al bate, que me hizo alguna clase de ayudantía de estética, que me autografió un libro y que me regaló otro también dedicado, no lo haré, ¿para qué?)

Sucede que la misma antóloga está incluida en la antología. Bien, en el prólogo don Diego Barros Ortiz afirma que «su inclusión en esta obra responde a una decisión del suscrito», id est, él mismo. No hay mucho problema hasta ese punto. Una poeta que está incluida en una antología que ella misma ha preparado, pero, está incluida no porque ella lo haya deseado, sino por la decisión del Presidente de la editorial —o eso se desprende de éste prólogo. Entonces no hay demasiado problema en todo esto, a fin de cuentas en el ’74 la mafia literaria ya nada le tenía que envidiar a la que se había tomado el poder el año anterior, nada que envidiarles.

Pero notemos lo siguiente. Antes de mostrar los poemas de cada seleccionada Donoso pone una pequeña nota biográfica, con el simple afán de orientar temporalmente al lector. Pone por ejemplo en Winet de Rokha: «Nació en 1896. Murió en 1951. Objetividad, profundidad y un hondo sentido de amor a lo simple y cotidiano destacan a Winet de Rokha entre las inolvidables de la poesía chilena». 31 palabras. Bien. Ahora el lector de esta nota quizás se pregunte qué hay antes de los poemas de la antóloga:

«Muy hermosos sus versos, muy vitales, llenos de frescura y además de logros poéticos subidos. No abandone su mensaje; nunca el mundo ha estado tan necesitado de voces directoras y justicieras como ahora»
Gabriela Mistral.

“Predestinada al éxito.
No habíamos visto en la poesía femenina chilena esta nota sarcástica dada con finura, ni este recogido aguijón, al que le falta muy poco para lanzar su gota de veneno”
Alone (1948).

Hay cosas que aún nos sorprenden, quizás por la insolencia o la total falta de vergüenza a pesar de que ocurrieran hace 31 años, ¡vaya uno a saber!

martes, 10 de mayo de 2005

Acerca de "Instantes"

Sucede que según algunos, Instantes no es un poema de Borges.
Cumplo con dar la dirección de un artículo completísimo (y muy convincente he de decir) al respecto:

http://www.hum.au.dk/romansk/borges/bsol/iainst.htm

lunes, 9 de mayo de 2005

Mañas de la realidad

[Postrer post del día, quizás de la semana]

Pocas cosas más íntimas respecto del oficio que profeso que el de las coincidencias. Según Borges, a la realidad le placen «las simetrías y los leves anacronismos», ejemplificar tales gustos, es el objeto de estas líneas.

1. Caminaba por Bellavista buscando a cierto personaje que se había perdido de nuestro grupo. De pronto me detengo creyendo haber visto el rostro de Borges en una pared. Me devuelvo y efectivamente era su rostro impreso en una hoja blanca que contenía Instantes.

2. Por ese tiempo tenía en mi poder las Obras completas de Gógol. En la feria encontré de pronto una edición del Diario de un loco un tanto ajada y con varias hojas menos, correspondía a uno de los tantos volúmenes populares de Quimantú.

3. Iba yo por San Diego “vitrineando” libros viejos. Para mi sorpresa me encuentro con los dos tomos del Portales de Encina. Recordé a un profesor de la universidad, me pregunté si acaso tendría estos libros tan bien conservados a pesar del irreparable paso del tiempo.

X. Se agotaron las baterías de mi cdplayer mientras viajaba en bus por el centro de Santiago. Tenía otras que aún mantenía en el empaque original, las cambié, puse las agotadas en el envase y las boté riendo, pensado: “alguien las recogerá, creerá que son nuevas, que quizás a algún tonto se le han caído sin darse cuenta”

1.1. Al día siguiente estaba yo echado viendo televisión, un reality cualquiera pasaba por la pantalla sin que yo le tomara demasiada atención. Se ven dos personas conversando recostadas en el pasto, hablan, uno de ellos se compara con otro, de pronto la chica que escucha al tipo recuerda algo que quizás venía al caso comentar, pero no sabe si es un refrán o un poema: recita unos versos de Instantes.

2.1. Aparte de la biblioteca que está en mi habitación, en mi casa hay otra, que fue de mi abuelo, pero que por uso y abuso ya me pertenece. Siempre recurro a ella, encontrando de vez en cuando tesoros. Al poco tiempo de esa fugaz vista del Diario de un loco, me encontré buceando en esa biblioteca. Ahí lo veo, sin mácula más que el del natural paso del tiempo y con todas sus páginas: un ejemplar que jamás nunca antes había visto, un ejemplar en perfecto estado del Diario de un loco editado por Quimantú.

3.1. No encontré respuesta a ninguna de esas vanas preguntas. Días después los restos de Diego Portales fueron encontrados casualmente en la Catedral de Santiago. ¿Añadiré que actualmente vivo en la calle Diego Portales?

X. Y. Segundos luego de haberlas tirado al suelo del microbús tocan mi hombro. La joven que iba sentada atrás mío me entrega el paquete de baterías añadiendo un circunstancial “se te cayeron”. Unos pocos días después leí La venganza de Chéjov, su argumento tiende a asimilarse a lo ocurrido. Agrego un apéndice que hace memorable este episodio: esa joven que me entregó las baterías agotadas ya la había visto yo en un recinto médico, ya había apreciado su belleza. Sentarse atrás de mí, entregarme lo que yo había botado ¿no son signos inequívocos de que a veces dios nos recuerda?

Arrebatos de agónico

Dicen que si todos los chinos se propusieran saltar al unísono, provocarían un terremoto en la antípoda del mundo. Eso dicen, de algún modo quienes dicen eso tienen algo de razón.
Hace no mucho hubo una fiesta de bienvenida a los alumnos nuevos en un barrio que se ha convertido en sede de muchas universidades e institutos. La calle estaba tomada por más de cinco cuadras, de vereda a vereda. Caminando por entre los asistentes un observador más prejuicioso que yo se habría escandalizado sin ninguna duda. Luego de un par de horas y una caja de vino vacía le pregunté a Mamerto qué pasaría si todos esos juerguistas se propusieran un objetivo común, hacer algo todos en beneficio de ellos mismos o del mundo o de lo que fuera (v. gr. las ballenas varadas, la posible radiación de los teléfonos celulares, etc.). La pregunta puede ir un poco más allá, una pregunta que indague en los motivos para que tantos tipos se junten teniendo como motivación exclusiva el lograr un objetivo que les es común a todos ellos. Irremediablemente es ésta una pregunta política, del tipo de preguntas que hacen enojar a los hijos y reír a los padres. Sin quererlo la pregunta remite a una cuestión originaria, un cuestionamiento a esa suerte de necesidad del conglomerado humano para la sobrevivencia, conglomerado que llamamos ‘sociedad’. Éste es un problema de nunca acabar, básicamente porque me vale madre la sociedad y todo lo que ella implique.

A otra cuestión que llegué es al estaticismo intrínseco a mi persona. Toda vez que me propongo hacer algo que modifique grandemente mi vida, pues la modorra el sueño y la flojera se apoderan de esas tan buenas intenciones, dejándolas en nada, por lo menos nada concreto. Y pueden ser cosas básicas como proponerme dejar algún vicio, modificar alguna característica de mi personalidad que me ha traído problemas últimamente, inscribirme para poder votar contra alguien (contra todos) o matar de una vez por todas a esa puta que me hace la vida insoportable.
No debemos ir muy lejos para hallar motivos suficientes como para movernos, motivarnos a hacer algo, pero tampoco la vista debe ser demasiado aguda como para quedarnos tirados en la cama esperando que otros —quizás— hagan lo que nosotros no. Y es que en definitiva no hay caso con nada, problema cualquiera que nos sea planteado irremisiblemente acabará como las aporías de Zenón. Más sano, más flojo, más digno y decente es la actitud de aquel que sabe que lo que pueda hacer es infinitesimal respecto del problema, por lo que sentado se queda sabiendo que la suma o la resta nada modificará al problema como tal.

Son todas éstas lamentaciones, lo sé. Y lo que es peor, lamentaciones de un perezoso al que a cada propuesta responde: “Preferiría no hacerlo”, como el entrañable Bartleby de Melville (Cf. Bartleby el escribiente de Herman Melville). En éste personaje —más real que alegórico me parece— se cifra la inoperancia generalizada que es íntima a cualquier intento de renovación de lo que sea. Cualquier movimiento que intente modificar destruir renovar abolir lo que sea (institución, oficio, hábito) está de ante mano destinada al más rotundo fracaso. En lo interior de esos movimientos se retuerce un gusano que se alimenta de los mismos movimientos del grupúsculo de ilusos, cuando el gusano se harta de sus carnes se busca siempre otro reducto donde seguir engullendo a costa de otros pobres imbéciles.

Bartleby preferiría no hacerlo por la única razón que ahora la palabra y su institución son altamente anacrónicas: Bartleby ha trabajado antes en una sección del correo donde se recogen y clasifican las cartas muertas, aquellas cuyo destinatario nunca ha aparecido, palabras hueras que acaban siendo leídas por un otro que no debía por qué leerlas, palabras que acaban donde todo discurso terminará: en el abismo o en el vórtice de un tornado... qué diría Derrida al respecto es cosa que no me importa, es más, me dan ganas de vomitarle la tumba.

Gernández me ha referido que Abelardo Castillo ha dicho: “una generación existe cuando no es homogénea, cuando todos están peleados entre sí, y cuando se establecen los debates verdaderos, no las peleas por los adjetivos”. Castillo se mantiene obstinadamente en la idea de que el diálogo es posible, que tiene cierta eficacia sobre el mundo, una idea neoliberal por dónde se le mire, una idea que ya no sirve. No hay nada que hacer si nos mantenemos pensando que con el diálogo podemos alcanzar cierto trono democrático en el cual toda opinión será tomada en cuenta.

Si no nos agradan las dictaduras unipersonales, ¿de dónde esa veneración por la dictadura de la masa: la democracia?

'Incipit Vita Nuova' o 'Grandes títulos de la historia de la literatura'

Creo un blog, no sé bien qué significa esto, tengo una vaga idea, en algún lado lo he leído, sé que lo he leído también sé que hace un tiempo tuve intenciones de crear uno, pero -evidentemente- no lo hice.

Quien es culpable de que ahora sí lo haya hecho es un tal Fadanelli, un pérfido mexicano que se dedica a escribir agradables volumenes que no desmerecen el papel en el que están impresos. Yo sólo conozco de él un libro titulado 'Lodo'. Además he visto en cierto libro otros títulos de obras de su autoría, uno se llama 'Compraré un rifle' (piensen éste título en inglés, es altamente hilarante) y el otro 'La otra cara de Rock Hudson'... ¡títulos a todos luces imbéciles!, por lo menos el primero claro está. Aunque seamos justos, categorías como la de 'imbecilidad' no están bien aplicadas cuando de Fadanelli se trata, como si le impuganáramos a De Rokha cierto tipo de violencia o al enemigo le refregáramos en la cara su hostilidad para con nosotros, eso no cabe por lado alguno --en el supuesto de que queramos mantener cierta com-postura frente a lo otro que nos hiela, no todos lo desean, lo sé.

Pero si es por títulos imbéciles, aquí van algunos: 'Ahora tocad música de baile' de un tal Andrés Barba; 'Ya no pisa la tierra tu rey' de --como no-- la señora Cristina Sánchez Andrade. Son sólo un par, lo sé, pero innegablemente son perlas cultivadas, ¿no lo creen? Y lo que es peor, toos esos volumenes están publicados por Anagrama (la misma que publica ahora a Fadanelli). Y si digo que esto es lo peor es porque recuerdo que Bolaño contaba que a su novela 'Nocturno de Chile' le quería poner como título algo así como 'Tormenta de mierda' y entonces va Bolaño y le entrega el manuscrito a algún monaguillo de Herralde y llega a éste cafiche la noticia de ese título tentativo y luego de un tira y afloja convence a Bolaño de cambiarle el título por el que ahora se conoce. ¿Qué puto criterio aplicó Herralde cuando hizo eso?


No hay manera de saber en qué terminará esto, queda en todo caso el consuelo de seguir insistiendo, de seguir escribiendo de hacerlo sin ninguna pretensión, sin ninguna pretensión aunque exista alguien que esto lo esté leyendo. Me conforma la idea, me tranquiliza (no me afantasma ni me anula) saber que quizás esto nunca sea leído por alguien que esté realmente interesado en mis especulaciones en mis traumas en mi agujero.

* * *

Visiten a Fadanelli, sean buenos con él, dénle algunos motivos como para levantarse un nuevo día, pero tampoco exageren: no le den ánimos como para que publique otro libro:

http://fadanelli.blogspot.com/