lunes, 13 de diciembre de 2010

CHIL3: La disección del mito

Simónides, poeta griego clásico, fue contratado para declamar en la casa de cierto militar cuyo nombre no recuerdo. El bate engalanó su discurso con múltiples referencias a Cástor y Pólux, gemelos heróicos hijos de Zeus. Tantas fueron estas referencias, que el militar amenazó a Simónides con pagarle únicamente la mitad de lo convenido. En ése momento le avisan al poeta, con urgencia, que le buscaban dos jóvenes a caballo en la entrada a la mansión. Cuando llega al punto de reunión, ve que nadie le espera y al momento de comenzar a volver ve cómo la construcción se viene abajo. Tal fue el nivel de destrucción de los cuerpos, que sólo Simómides pudo identificar los restos, basándose únicamente en sus ubicaciones al momento de él salir del salón. A partir de esta anécdota, fue creada la mnemotecnia, y con ello, la oratoria y su disposición y orden mental y argumentativo para la declamación de un discurso. Se da inicio al concepto de “memoria artificial”, y algo de lo más propio y privado, ahora puede ser emulado, falseado, potenciado, o manipulado.

Rarísimo es éste país. Dejando de lado chauvinismos hediondos, hay todo un mundo fantasmagórico y bizarro que aparece en CHIL3, Relación del Reyno (se lee ‘Chile’ a pesar de la E al revés).
La recopilación de textos es plural en tonos e intensidades, y cosa sorprendente, no hay relato que desmerezca al que le antecede, a pesar de que nadie está inventando la rueda (eso ya está en Borges y en Philip K. Dick) y en muchos casos los escritos parecieran venir del mismísimo Pierre Menard, aquel que propagó la idea de que, dado un plazo de tiempo infinito un hombre sería capaz de realizar lo que toda la humanidad en su conjunto.
Éstos textos crean una historia alternativa a ésta en la que ahora vivimos, pero no una en particular, puesto que donde un relato da por sentado un hecho, al siguiente se le omite, creando casi en casa nuevo título una vertiente histórica nueva: un ‘what if…’ multiplicado hasta el hartazgo. Por ejemplo: existió el combate “aeronaval” de Iquique (con un Prat rodeado de máquinas steampunk); Allende fue un rockstar que se suicidó dejando a su baterista Augusto Pinochet desbaratado; existió una liga de héroes enmascarados, con la misma carga anímica y problemática de los Minutemen/Watchmen; Chile es dejado como país fantasma, por su sus “deleznables ataques” a nuestro plano de realidad…

Hay textos que claramente resaltan sobre el resto, como aquel cortísimo en que el narrador busca un palacio de La Moneda que nadie conoce (o recuerda). Apenas un párrafo que acaba afirmando: “Claramente fuimos derrotados por alguien” («Inflexion, 2007», pp. 225). Y me queda dando vuelta la idea de guerras en donde los ataques no estallan en esquirlas, sino que eliminan fragmentos y goznes del pasado, que reconfiguren la débil realidad. Y entonces, se hace imposible no traer a colación a Russell: “la humanidad ha sido creada hace cinco minutos con una memoria implantada”.
Toda la saga de la metahulla y el glorioso pasado, el relato de la batalla de Olivares, las biografías de bandas de rock, la voltereta cómica y ñoña que implica en su conjunto este volumen no se queda únicamente en el gesto, quiero decir: en el guiño y la morisqueta cómica y ñoña.

La memoria es una voluta y una madeja. Bien lo sabe Proust en buena parte de su obra, o Perec escribiendo W. Y así lo mencionaron en varias ocasiones los compiladores d este volumen, en el lanzamiento hace pocas semanas. La cuestión es, ¿qué decimos de la Guerra de Independencia que no sea esa memoria escrita en los textos escolares, que no sea Encina ni Salazar ni Jocelyn-Holt? Y entonces esto se convierte en un tema historiográfico y hermenéutico, puesto que cada texto es un fragmento mnemótico, y por lo tanto prótesis: ficción y no experiencia.
CHIL3 funciona a este nivel teórico y por lo mismo vacuo y tautológico, pero más acá está la relación emotiva. Aquella que se tiene con el texto que es la Historia de Chile, con todos los cuentos que implica la educación en este país. Es de algún modo, reconocerse en un espejo deforme de los Juegos Diana, que un una línea temporal fue escondite de Coco Legrand al momento de huir a Argentina para el golpe de 1982…

En cada texto leído se vuelve a la infancia y la reinterpretación de la historia la muestra porosa y desnuda. De hecho, la hace grande porque la muestra como producto, como efecto de la humanidad y la saca de la espiral del condicionamiento cristiano o supraterrestre que sea.

Tal como ocurre con la sentencia de Russell, no hay imposibilidad lógica alguna en que vivamos en una burbuja creada por técnicos, en esta ucronía propuesta, con un pasado irreconocible y olvidado, y un futuro manejado de antemano: «los ingenieros lo recalibraron todo y fabricaron una historia adecuada, mientras dormimos».


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CHIL3. Relación del Reyno. Ediciones B. Jorge Baradit, Álvaro Bisama, Francisco Ortega, Mike Wilson (compiladores), Variados autores (entre los que destacan los mismos compiladores, Rodrigo Fresán, Edmundo Paz Soldán, Tito Matamala, Martín Cáceres, Sergio Amira, Patricio Jara).

jueves, 2 de diciembre de 2010

Family Gay

+ Fun Home, Allison Brechdel. Aprendo un nuevo término: slice of life. Éste ‘tragicomic’ pertenece al género: rebanadas/trozos de la vida, una autobiografía fragmentaria, o sincera. Quiero decir que es fragmentaria en el sentido literario, pero es plenamente completa si se la toma por el lado vivencial…

Brechdel relata su vida familiar temprana y adolescente junto a un padre —casi de entrada lo sabemos— homosexual y obsesivo-compulsivo. La mayor gracia de las referencias a Proust es que saco en claro que de haber existido otro marica tan grande como el padre de la escritora, éste habría sido el tal Proust. Y bueno, que también viene harto al caso la referencia al momento en que el narrador del Tiempo perdido se enamora de Gilberte por el exuberante jardín que le rodeaba: Brechdel se pregunta si acaso su padre no sufrió el mismo encantamiento con su madre, al enamorarse de ella por su entorno.

+ La Ciudad, Mario Levrero. En la feria cerca de casa encuentro una caja con libros a $500. Sólo sobresale un libro, el resto es novela policial pésima. Ése libro es La ciudad de Levrero, del que justo la noche anterior habíamos hablado con RF y F en un bar de viejos.

+ Los siete locos. Roberto Arlt. Ha de ser la cuarta lectura de esta novela. Es una mole. Es un uppercut maravilloso que anonada y sorprenderá incluso en la décima lectura. La tríada junto a El juguete rabioso y Los lanzallamas supone una saga sin pérdida. Las crónicas de Arlt son magras. Su obra completa es de naturaleza sobria pero de pretensiones pantagruélicas: su desborde sólo es equiparable a la de sus personajes.

+ A veces, la infinita separación entre obras inspiradas en lo mismo. Por un lado un cómic, y por el otro, también. Juan Vásquez, ilustrador chileno, con una adaptación deficitaria de La llamada de Cthulhu. Veo el facsímil por la calle y lo compro, sólo para decepcionarme en menos de 2 minutos. Podría decir mucho sobre el objetable (y excesivo) uso de las sombras y el grafito en los dibujos, pero apenas sé dibujar. Sé, por lo pronto, escribir sin faltas ortográficas, y Juan Vásquez no. Para el valiente: que revise la biografía sucinta de HPL con que abre el volumen. Y entonces, en el mismo punto de origen —pero en las antípodas respecto a calidad y profundidad, a seriedad y dedicación: Alberto Breccia adaptando gráficamente las pesadillas lovecraftianas. En 1973 el argentino innova sobre su mismo y gran trabajo previo, para darle un tono particular sus ilustraciones. Utiliza fotomontajes, collages, acuarelas y logra un ambiente ambiguo y propicio para el desbarajuste mental que provoca HPL. Excepcional es, por ejemplo, la viñeta de El horror de Dunwich cuando Wilbur Watheley muere despedazado por los perros dentro de la biblioteca de la Universidad de Miskatoni: Breccia alcanza el punto exacto de horror y literalidad respecto a la descripción que hace HPL.