martes, 11 de diciembre de 2012

Álvaro Bisama: Chile y El Desastre

Bisama ha publicado ya dos libros de crónicas, cuatro novelas, y una antología crítica:Cien libros chilenos. No es sencillo decir ‘de qué van’ sus novelas. No al menos si no se han leído una par de ellas. Para Caja Negra (2006), Bisama no tenía tapujo alguno en crear una enciclopedia apócrifa de una inexistente industria de Cine-B chileno, con toda la genealogía de sus productores, directores y actores; las cintas reseñadas y comparadas; su paso por las salas de cine, su éxito o portentosos fracasos comerciales. Esta es una novela fragmentada, y por lo tanto con muchas fisuras y grietas, un monstruo de Frankenstein si se quiere, amable y bonachón en algunas versiones, o terrible y avasallador en otras: pero siempre monstruoCaja Negra es un cuerpo que aúna la biografía de un rockero japonés, una suerte de caligrafía secreta (que obviamente esconde algo), escenas espaciales en donde se juega la sanidad de la realidad. Es la caja negra que ha guardado el audio previo al desastre.


Continúa aquí: http://noticias.rastro.com/?p=7269

martes, 22 de mayo de 2012

Martín Warp: Ogú y Mampato en ácido



Hay algunas empresas en que el método adecuado es un desorden cuidadoso
Moby Dick


1. Recurrir a operaciones intelectuales manidas, repetidas hasta el hartazgo, tiene por supuesto el defecto de no decir nada al lector, pero por el otro lado pone el tema a tratar dentro de un horizonte conocido, familiar digamos.

2. Por lo mismo, no se mencionará en absoluto lo de la muerte del autor, mientras se hable de Martín Warp, novela gráfica recientemente publicada con financiamiento del Fondo del Libro a través de Mythica Ediciones. Martín Warp puede ser descargada también. Sus autores insisten en despojarla de las restricciones clásicas del copyright, lo cual tiene sentido, porque aunque se descargue ilegalmente Abbey Road, el disco seguirá siendo de The Beatles y nunca mío, en cuanto a autoría.

3. En Martín Warp se desarrolla una historia en varios planos temporales, a los que el protagonista accede mediante el uso de ketamina: “la percepción del tiempo se altera de tal manera, que un espacio de tiempo extremadamente reducido se percibe como un momento eterno e interminable”. Los personajes habitan un paisaje sureño destruido por el terremoto de 2010, en donde la ruina es la regla en muy distintos ámbitos: las letras perdidas de los frontis de los edificios, las grietas en los muros, la locura familiar.

4. Martín Warp tiende al desorden controlado. «Hay que llevar en sí mismo el caos», dice en una viñeta. Por ratos desespera su secretismo, su hermética construcción ––aunque eso es claramente achacable a que este es el primer número. O quizás sea parte del mismo tenor de ignorancia que se mantiene hasta que se consume un alucinógeno. Uno potente, uno de verdad. De aquellos con los que es imposible compartir la experiencia con el que no lo ha probado. Como una comunidad de psiconautas. O de adictos a la ketamina. De viajeros que llegan a cualquier lugar mientras no sea éste.




jueves, 26 de abril de 2012

Gion Mathias Cavelty

Son ese tipo de amarres de la realidad ante los que uno dice: "aaaaaah, ¡no!". Paso a enumerar.

1. Hace un par de días me dí unas vueltas por la Galería Veneto. La de los libros viejos en aquella galería frente a Miguel Claro, al costado del Passapoga. Aparte de encontrar una edición bilingüe preciosa de la poesía completa de Carver, me topé con un libro que sin tener nada de impresionante, llamóme la atención.

1.1. Bitches Brew de Miles Davis va muy bien mientras escribo esto.

2. Qué extrañas fuerzas confluyeron para hacerme notar ese particular tomo, en una mesa rebosante de otros tantos: Ad absurdum, o un viaje al laberinto de los libros (Editorial Andrés Bello Española, 1999, Barcelona. Originalmente publicado dos años antes)

3. Durante esa tarde busqué información del autor. Bien poco se encuentra. Pero eso es quizás porque el tal Gion Mathias Cavelty publica en alemán, y no soy ducho en tal lengua. No ducho ni lego, sino totalmente ignorante. A no ser que entender qué significa "Sein und Zeit" merezca elogio alguno, cosa que no apruebo.

3.5. Extraño nombre es el del autor, ¿no? Ahí ya comencé a pensar en

4. Benno Von Archimboldi, el halo, el fantasma escritor, el fantasma escritor vestido de una enorme chaqueta de cuero escribiendo La perfección ferroviaria.

5. El tipo inicia con un prefacio sacado de El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, de Peter Greenaway. Esto es desconcertante en muchos aspectos. Ésa película es la más "película" de Greenaway, junto quizás con Drowning by Numbers y The Pillow Book. Pero sigue siendo un filme desconcertante.

6. Recuerdo claramente en aquella película cuando obligan a comer un libro a un personaje.

7. Pero antes del prefacio, hay una imagen extraña y al parecer fuera de lugar que apela al conocimiento científico clásico. Las efigies en modo grabado de Tycho Brahe, Hiparco, Galileo, Newton, Kepler, Laplace, y un poodle. Y un poodle. Todos ellos alrededor de Copérnico, cual patrono de la modernidad.

8. Y antes de ambas imágenes, la solapa del libro entrega una escueta biografía, que de tan mínima apenas si se puede llamar biografía. Ahí dice que Gion estudia italiano,retorromano e inglés en Friburgo y Zurich. Hay un comentarista que en su web se pregunta si acaso estudia una lengua en una ciudad, para luego viajar a otra a aprender otra... Me parece una pregunta válida.

9. Lo que me intriga es que Ad absurdum sea parte de una "celebrada trilogía", compuesta por además Quifezit, o un viaje en la caja de un violín; y Tabula rasa, o un viaje al reino de la locura. Todos publicados por editorial Andrés Bello (sección española), según averiguo, pero de seguro imposibles de hallar a no ser que el azar meta su tentáculo.

10. Revisando resultados de Google, doy con la web del autor. O la que supongo le pertenece (se recordará que no sé alemán), pues hay fotografías suyas ya mayor. No en vano han pasado 15 años desde que publicase Ad absurdum. Una imagen en particular me perturba hasta el hartazgo: Gion Mathias Cavelty junto a Kerry King de Slayer en el metro de New York. Es un dato extraño, pero comprobable:  http://www.nichtleser.com/news.php?d=11 

11. No hay adelanto posible de Ad absurdum. O no por lo menos en la medida en que no podemos adelantar nada tampoco de una novela de Aira. O no una vez anunciadas las peculiaridades de esta obra, de su hallazgo, su autor, y su gusto por el despelote.

12. "No tengo libros. Como no sé quién soy, tampoco sé qué libros debería leer", dice una ballena.

13. Hoy acabaré esta novela que comencé por la mañana. Seguiré tras la búsqueda de un libro que resuena en la historia a pesar de haber sido escrito ayer. Quiero saber qué resolverá hacer el protagonista junto al Poodle gruñón que maneja la nave espacial, una vez que han llegado al fin del universo, sólo para comprender que las estrellas eran botones de oro cosidos a un telón negro.

sábado, 14 de enero de 2012

ABC 2 (notas de lectura a 'Dormir al sol')

Notas a Dormir al sol

- es apresurada, impulsiva, un torbellino y un torrente textual que sin ser la manida stream of consciousness, arrastra al lector al vórtice preparado por Bioy Casares.

- La pasividad de Lucho (el protagonista) es equiparable a la del primitivo frente al devenir de la naturaleza, o en general, de todo lo que se presente como enigma. Su ignorancia permite que le embauquen sin que él se aperciba, más que como una cierta posibilidad, dado el extraño escenario en que se mueve: "rememoro esos últimos días (...) donde todo el mundo (...) persigue algún increíble propósito de maldad".

- "Todo es humillación. Uno se resigna a ser deficiente, como los sinvergüenzas". Diario de la guerra del cerdo.

- Dormir al sol es arena movediza, un vértigo que se alimenta de la ignorancia y la especulación. "Cuadros de una pesadilla en progreso", podría ser perfectamente su subtítulo. Para el lector, lentamente se van despejando las dudas, se va mostrando el claro al que conduce el texto, pero incluso así lo hace de manera soterrada: como dejando caer pistas en lugares inverosimiles, como esconder el cadáver en la habitación más iluminada. Ante esto, se les va la vida a los protagonistas en especular respuestas increíbles ante las situaciones bien peculiares que se les presentan. Dice Nevers en Plan de evasión: "Me había confiado tantas suposiciones disparatadas, que ahora, ante algo verosímil, quería aclarar las cosas".

- "iba a decirle que yo no tenía secretos, pero de pronto me pareció que el secreto estaba en ella y me asusté". Dormir al sol

- "yo miraba las cosas como quien las recuerda. O tal vez como un hombre que se despide". Dormir al sol

- O la pasividad del protagonista es la del "hombre que se despide" desde el primer momento en que sus ideas previas estallan o se desvanecen ante la nueva evidencia, el nuevo orden de cosas. Uno en el cual él es incompatible por lo que debe marcharse, despedirse de la razón progresiva e irremediablemente. En la misma medida en que en Diario de la guerra del cerdo hay un ambiente tenso en que todos saben de la batalla subterránea, acá cualquier suceso puede llevar al protagonista al colapso o provocarle nada en particular. Quizás la mayor locura se de en la cotidianidad. "El que se asusta, se enoja" dice en Una muñeca rusa.

- El cuento "Bajo el agua" es origen en más de un sentido de la novela de Aira Embalse. Con precisión, la obra de Bioy Casares nutre en más de un sentido, la de Aira. Me parece tan evidente una vez leídos ambos, que no diré nada más: baste la constatación.

- "mi relato prueba, me parece, que digo la verdad sin preocuparme de quedar bien". Dormir al sol

- Dormir al sol se emparenta con La invención de Morel y también con Plan de evasión, como si se tratase de un arco argumental dentro de un plan superior, y anterior. Rondan entre ellos los temas del encierro prácticamente irreversible, la psicología y los tratamientos para modificar la conducta indeseable, la técnica aplicada a lo anterior, y por sobre todo, una cuestión formal que en la narración emerge como una tensión en la cotidiana regularidad de las cosas. Existió un orden y se le anhela, extraña y desea de vuelta haciendo lo indecible si fuese necesario.

- En Plan de evasión el pelele Nevers se debate entre cuestiones menores, se enreda en galimatías espirituales propios de pusilánimes. Los ancianos de La guerra del cerdo se aferran a viejas glorias, apelan al respeto nada más que basados en convenciones harto vacías. El protagonista de los ingenios de Morel es un observador propiamente tal: su pasividad no acaba incluso poniéndose él como objeto de observación.

"En los momentos peores, la vida parece una representación, con unos pocos monigotes que repiten siempre el mismo número". Dormir al sol

viernes, 6 de enero de 2012

ABC


Debo, como la penosa mayoría, el conocimiento de Adolfo Bioy Casares por mediación de Borges. Es él quien da noticia del extraño país de Uqbar, en una noche que era propicia para los juegos de espejos en la oscuridad. Digo penosa, porque su Obra se sostiene sin ayuda alguna, sin prótesis borgeana, ni ayuda de su matrimonio con Silvina Ocampo, ni nada más que su propia escritura.
Pasó el tiempo en que le leí con ferocidad: Diario de la guerra del cerdo, la saga policial de Bustos Domecq junto a Borges, Plan de evasión, Dormir al sol, los cuentos de Muñeca rusa y El lado de la sombra. Y también, La invención de Morel, que años atrás me avergoncé de no haber leído viendo un episodio de Lost donde le mostraban.
En Plan de evasión se prefigura el panóptico carcelario y otras muchas ideas afines a la sociedad de control, tal como luego lo haría Alan Moore en V de Vendetta. En La invención de Morel se adelantan juicios estético-técnicos-filosóficos, pero por sobre todo se consigue con creces un relato sin merma, sin fuga, que ha envejecido en años de reimpresiones pero en nada fundamental.
Tal como el protagonista de Plan de Evasión, el narrador de La Invención de Morel es confinado a una isla, en este caso huyendo de una condena nada explicada, pero perpetua, lo que le lleva a considerar que salir de la isla sea un absurdo. A ésta, de improviso, llegan visitantes. El narrador presiente su captura, un plan de las autoridades para deportarlo. No le encuentran porque no le buscan, y a cambio conoce a los visitantes a la distancia, a una en que él desaparece a pesar incluso de ponérseles en frente. Contar algo más sería spoiler.
En horribles años en que se publican historias que desmerecen al guionista de cine y al lector, en que existen vampiros que brillan y adolescentes idiotizados por ellos; en estos años de barbarie y poco decoro, es cuando mayor sentido tiene volver a los clásicos. Hay quien piensa que sólo Borges será recordado como un clásico argentino, a despecho de ellos hay que recordar a Bioy Casares (y a Arlt, obviamente).
En 1940 la novela “de peripecias” pasaba por momentos críticos, que se arrastraban un siglo atrás por lo menos, con la arremetida de la novela con afán de catálogo social (Balzac), de compendio mental y experiencial (Joyce, Proust), o con envolvente psicologismo (Dostoievski). Bioy vuelve a la tradición inglesa aventurera, y se despacha un texto clásico (sin ser peyorativo), sutil pero evocativo y poderoso en sus 'consecuencias', una novela en que fuera de ocurrir eventos, es amplia y generosa en lo que sobrepasa lo empírico: la sección final es un vórtice especulativo, que abarca desde la filosofía de la percepción hasta la elucubración mecánica; y el grueso es incertidumbre acercándose al vértigo, o la demencia.
En estos años de vergüenza literaria, el pasado nos puede mantener a flote, y quizás dar esperanzas de volver a crear buenos y envolventes argumentos, sin caer en parrafadas en forma de ladrillos con hojas, ni en ridículos pastiches que son el hazmerreír de las redes sociales. Baste repetir lo que el reticente y sabio lector Borges, dijo sobre la novela de su amigo: “He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta.”