sábado, 14 de enero de 2012

ABC 2 (notas de lectura a 'Dormir al sol')

Notas a Dormir al sol

- es apresurada, impulsiva, un torbellino y un torrente textual que sin ser la manida stream of consciousness, arrastra al lector al vórtice preparado por Bioy Casares.

- La pasividad de Lucho (el protagonista) es equiparable a la del primitivo frente al devenir de la naturaleza, o en general, de todo lo que se presente como enigma. Su ignorancia permite que le embauquen sin que él se aperciba, más que como una cierta posibilidad, dado el extraño escenario en que se mueve: "rememoro esos últimos días (...) donde todo el mundo (...) persigue algún increíble propósito de maldad".

- "Todo es humillación. Uno se resigna a ser deficiente, como los sinvergüenzas". Diario de la guerra del cerdo.

- Dormir al sol es arena movediza, un vértigo que se alimenta de la ignorancia y la especulación. "Cuadros de una pesadilla en progreso", podría ser perfectamente su subtítulo. Para el lector, lentamente se van despejando las dudas, se va mostrando el claro al que conduce el texto, pero incluso así lo hace de manera soterrada: como dejando caer pistas en lugares inverosimiles, como esconder el cadáver en la habitación más iluminada. Ante esto, se les va la vida a los protagonistas en especular respuestas increíbles ante las situaciones bien peculiares que se les presentan. Dice Nevers en Plan de evasión: "Me había confiado tantas suposiciones disparatadas, que ahora, ante algo verosímil, quería aclarar las cosas".

- "iba a decirle que yo no tenía secretos, pero de pronto me pareció que el secreto estaba en ella y me asusté". Dormir al sol

- "yo miraba las cosas como quien las recuerda. O tal vez como un hombre que se despide". Dormir al sol

- O la pasividad del protagonista es la del "hombre que se despide" desde el primer momento en que sus ideas previas estallan o se desvanecen ante la nueva evidencia, el nuevo orden de cosas. Uno en el cual él es incompatible por lo que debe marcharse, despedirse de la razón progresiva e irremediablemente. En la misma medida en que en Diario de la guerra del cerdo hay un ambiente tenso en que todos saben de la batalla subterránea, acá cualquier suceso puede llevar al protagonista al colapso o provocarle nada en particular. Quizás la mayor locura se de en la cotidianidad. "El que se asusta, se enoja" dice en Una muñeca rusa.

- El cuento "Bajo el agua" es origen en más de un sentido de la novela de Aira Embalse. Con precisión, la obra de Bioy Casares nutre en más de un sentido, la de Aira. Me parece tan evidente una vez leídos ambos, que no diré nada más: baste la constatación.

- "mi relato prueba, me parece, que digo la verdad sin preocuparme de quedar bien". Dormir al sol

- Dormir al sol se emparenta con La invención de Morel y también con Plan de evasión, como si se tratase de un arco argumental dentro de un plan superior, y anterior. Rondan entre ellos los temas del encierro prácticamente irreversible, la psicología y los tratamientos para modificar la conducta indeseable, la técnica aplicada a lo anterior, y por sobre todo, una cuestión formal que en la narración emerge como una tensión en la cotidiana regularidad de las cosas. Existió un orden y se le anhela, extraña y desea de vuelta haciendo lo indecible si fuese necesario.

- En Plan de evasión el pelele Nevers se debate entre cuestiones menores, se enreda en galimatías espirituales propios de pusilánimes. Los ancianos de La guerra del cerdo se aferran a viejas glorias, apelan al respeto nada más que basados en convenciones harto vacías. El protagonista de los ingenios de Morel es un observador propiamente tal: su pasividad no acaba incluso poniéndose él como objeto de observación.

"En los momentos peores, la vida parece una representación, con unos pocos monigotes que repiten siempre el mismo número". Dormir al sol

viernes, 6 de enero de 2012

ABC


Debo, como la penosa mayoría, el conocimiento de Adolfo Bioy Casares por mediación de Borges. Es él quien da noticia del extraño país de Uqbar, en una noche que era propicia para los juegos de espejos en la oscuridad. Digo penosa, porque su Obra se sostiene sin ayuda alguna, sin prótesis borgeana, ni ayuda de su matrimonio con Silvina Ocampo, ni nada más que su propia escritura.
Pasó el tiempo en que le leí con ferocidad: Diario de la guerra del cerdo, la saga policial de Bustos Domecq junto a Borges, Plan de evasión, Dormir al sol, los cuentos de Muñeca rusa y El lado de la sombra. Y también, La invención de Morel, que años atrás me avergoncé de no haber leído viendo un episodio de Lost donde le mostraban.
En Plan de evasión se prefigura el panóptico carcelario y otras muchas ideas afines a la sociedad de control, tal como luego lo haría Alan Moore en V de Vendetta. En La invención de Morel se adelantan juicios estético-técnicos-filosóficos, pero por sobre todo se consigue con creces un relato sin merma, sin fuga, que ha envejecido en años de reimpresiones pero en nada fundamental.
Tal como el protagonista de Plan de Evasión, el narrador de La Invención de Morel es confinado a una isla, en este caso huyendo de una condena nada explicada, pero perpetua, lo que le lleva a considerar que salir de la isla sea un absurdo. A ésta, de improviso, llegan visitantes. El narrador presiente su captura, un plan de las autoridades para deportarlo. No le encuentran porque no le buscan, y a cambio conoce a los visitantes a la distancia, a una en que él desaparece a pesar incluso de ponérseles en frente. Contar algo más sería spoiler.
En horribles años en que se publican historias que desmerecen al guionista de cine y al lector, en que existen vampiros que brillan y adolescentes idiotizados por ellos; en estos años de barbarie y poco decoro, es cuando mayor sentido tiene volver a los clásicos. Hay quien piensa que sólo Borges será recordado como un clásico argentino, a despecho de ellos hay que recordar a Bioy Casares (y a Arlt, obviamente).
En 1940 la novela “de peripecias” pasaba por momentos críticos, que se arrastraban un siglo atrás por lo menos, con la arremetida de la novela con afán de catálogo social (Balzac), de compendio mental y experiencial (Joyce, Proust), o con envolvente psicologismo (Dostoievski). Bioy vuelve a la tradición inglesa aventurera, y se despacha un texto clásico (sin ser peyorativo), sutil pero evocativo y poderoso en sus 'consecuencias', una novela en que fuera de ocurrir eventos, es amplia y generosa en lo que sobrepasa lo empírico: la sección final es un vórtice especulativo, que abarca desde la filosofía de la percepción hasta la elucubración mecánica; y el grueso es incertidumbre acercándose al vértigo, o la demencia.
En estos años de vergüenza literaria, el pasado nos puede mantener a flote, y quizás dar esperanzas de volver a crear buenos y envolventes argumentos, sin caer en parrafadas en forma de ladrillos con hojas, ni en ridículos pastiches que son el hazmerreír de las redes sociales. Baste repetir lo que el reticente y sabio lector Borges, dijo sobre la novela de su amigo: “He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta.”