martes, 18 de abril de 2006

Hermenéutica de la cuotidianidad

Subo a una micro —el año pasado, quizás antes— y tras el chofer, en ese vitral de calcomanías que nos separaba leo:

¡ATENCION!
El Conductor de este
Vehículo puede desaparecer
en Cualquier Momento
1ts. 4:17

Textualmente anoto hasta las mayúsculas que quizás indiquen énfasis que no comprendo en una frase que no entiendo en absoluto. ¿Es el conductor otra faceta tanto o más ominosa que Pinchon o Salinger, de su idea, de la idea de desaparecer entre el centeno o el cemento apisonado de Santiago? Quizás el conductor tiene una genealogía que lo emparenta con los reyes británicos del siglo XVII para los cuales, el desaparecer en motas de humo, era algo frecuente. Y nadie lo sabe. Él esconde sus raíces. Es bajado una y otra vez por el ruido de su motor de las ensoñaciones que lo llevan frente a un oscuro lago escocés.

Many miles away something crawls from the slime
At the bottom of a dark Scottish lake.

Many miles away something crawls to the surface
Of a dark Scottish lake.

Many miles away there’s a shadow on the door
Of a cottage on the shore
Of a dark Scottish lake...
*

Varios meses después reparo en la ventana de otro bus. Esta vez cuido de memorizar la sentencia antes que anotarla, cosa que hago hace pocas horas para ahora citarla. Este bus se ha adscrito a la campaña del metro de la ciudad para impedir el vandalismo en los vidrios: rayados con puntas metálicas imposibles de borrar. Entonces, pegado en un afiche transparente en el cristal leo:

Te gusta mirar por ella
Entonces no me rayes

«Eso pasa cuando los diseñadores adquieren conciencia social» dice Trujillo en un bar de mala muerte, una noche mientras se ríe de la elite intelectual y de poder de nuestra universidad, de Chile.

«Eso pasa cuando los diseñadores adquieren licencias poéticas» me digo al quedarme en una pieza queriendo comprender el giro de la primera oración hasta la segunda. Exhortando a la tercera persona singular en el placer de divisar el paisaje hermoso que se extiende en cada viaje, troca a la primera persona implorando que por favor tú no me estropees.

Es claro: la ventana juega a la distancia conciente en la primera oración y luego de la epojé trascendental, de la suspensión radical hasta de la insoportable insistencia de ser, cae en la petición, en el ruego. Cayendo sufre y de ahí a la humillación hay un paso pequeño, católicos.

¿Qué pasaría si todos los conductores desaparecieran un día lunes a las ocho de la mañana en todo Santiago?
¿Qué si me dijeran que sí?
¿Qué ocurriría si los viajes fueran non-stop y no en autostop?
¿Qué ocurriría si no hubiese quien recogiese la mierda de elefante en África?
Sucedería lo mismo que cuando los ontólogos pudiesen hallar trabajo en el diario tal como los odontólogos. Nada más (pero nada menos).

Esto pasa cuando el salto cuántico del papel impreso a la hoja en blanco no es posible de justificación.

* * *
(*) The Police, "Synchronicity II".

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Posible clave de interpretación de las mayúsculas E, C, V, C, M: "Este conductor (o caballero, o cochero) viaja con muertos". Justifícase así en gran parte el llamado de atención -también en mayúsculas- previo.

Anónimo dijo...

¿Qué pasará con la archimentada frase "te devuelvo tu imagen"? ¿Será SEÑAL de que los diseñadores están adquiriendo autoconciencia irónica?
La époje trascendental como moneda de cambio; abusando de los paréntesis.

Anónimo dijo...

Es que siempre es posible la justificación, en sus distintas modalidades: auténtita, verdadera, real, falsa, falaz, fallida, trunca, pobre, frondosa, asequible, ininteligible, impensable.
El 'estropees' final del párrafo acerca de la tercera, la primera, y las otras personas es delicioso.
Tengo la identidad del conductor: es Pasavento (o como diría Rodrigo: es Vila-Matas).

Unknown dijo...

Si los conductores - y por ende, los buses - desaparecieran un día, sería el momento de caminar sin decibeles escandalosos que no permiten oir los otros ruidos de la ciudad.

"Let us go, then, you and I,
When the evening is spread out against the sky
Like a patient etherised upon a table;
Let us go, throught certain half-deserted streets,
The muttering retreats
Of restless nights in one-night cheap hotels
And sawdust restaurants with oyster-shells:
Streets that follow like a tedious argument
Of insidious intent
To lead you to an overwhelming question...
Oh, do not ask, "What is it?"
Let us go and make our visit.

De "The Love Song of J. Alfred Prufrock", por T.S. Eliot, 1917

Anónimo dijo...

Señor Salgado tal vez (por mis faltas de ortografia que de igual forma impregnaran el papel de estupideces) me reconocera, el punto mas haya de ser reconocida es que hace menos de una semana en una tangueria, un pibe al escuchar un acid jazz grita con mucha emoción:
Matá al elefante Coltrane!!!!!!
No se, lo escuche y me acorde de vos, aunque escrito como muchas cosas pierde su gracia, no se decidi escribirlo para ti.
Saludos A.

salgadoboza dijo...

Ni por las faltas de ortografía ni por nada de esas cosas te reconozco.

Hay un monstruo perfecto merodeando, y lo sabes A.

Anónimo dijo...

"De las diversas especies de grandes fieras y paquidermos aún no extinguidos en el territorio chileno, ninguna, sin discusión, reserva más emociones y sorpresas al cazador que la del ómnibus"
(Alfred Jarry)
Siga apuntando Boza, su olfato es infalible.