lunes, 26 de diciembre de 2005

El no de los idiotas

Escribir justamente de lo que no se puede.
(Que ardan los franceses posmo)

Borrarse uno mismo en el acto de escribir.
(No hay autor, eso ya lo sabía Homero, pobre Barthes)

Escribir para alargar la mano hasta el Big Bang, porque somos tan pero tan grandes que nos desbordamos constantemente. Nos sobrepasamos y nos eclipsamos a nosotros mismos. Poco hay que hacer luego de eso. Nos inflamos y renunciamos de una vez y para siempre a toda posibilidad de solipsismo, pero tampoco es que escribiendo nos hagamos comunitarios.
(Nancy go home)

Poco o nada queda por hacer cuando se desea escribir. Insistir es una forma de aferrarse a algo: y no todo son meras ideas. Insistir es joder a las musas, forzarlas a abrirse de piernas, es también darles hartas piscolas para que podamos conocerlas —en sentido bíblico claro está.

Si alguien escribe es porque está desesperado. Balzac estaba desesperado. Kafka también. Escribir es asumir su imposibilidad: escribir es saber de antemano que hay todo un universo que quedará no dicho. Es peor que pintar, es peor que enfrentarse con un cepillo de dientes a todos los colores del cosmos; queda para ellos por lo menos el consuelo de que los ojos son la primera barrera con lo de fuera.

Escribir es asumir la pérdida. Es saberse expulsado del paraíso. Es seguirle los pasos a Milton (y quizás también a Aliguieri).

Escribir es un acto vanidoso. Es ser la mujer barbuda e integrarse voluntariamente a un circo de fenómenos. Escribir es asumir la culpa y la vergüenza como modos de vida, para siempre. Sería mejor esconderse, cerrar las puertas por fuera: desterrarse.

Sería también dinamitar todas las ciudades viendo como caen los edificios desde el último piso de la torre más alta de la mano de la amada. Destruirlo todo y no tener intenciones de reconstruir: un grado cero, la llanura de Descartes.

Es mantenerse en la angustia por emprender una labor imposible pero necesaria, ¿de vida o muerte?, pues sí. Kierkegaard y Nietzsche lo intuyeron.

Es subordinar todo el universo a un punto arbitrariamente elegido —como diría un amigo. Es hacerse invisible, esconderse para siempre, decir no y sí al mismo tiempo.

Que todo lo dicho no se malentienda, no sufro de verborragia, sino de perisología (*), o algo peor, algo desconocido, cubierto de porquerías.

* * *

(*) Del gr. perissos, superfluo, y logos, discurso.

lunes, 19 de diciembre de 2005

Dolor de muela VS Perec

Apenas puedo dormir durante esta noche. Acabo de leer Bartleby y compañía y quisiera comenzar con La vida instrucciones de uso de Georges Perec. Llegué hasta él por —probablemente— un comentario mal oído: hablé alguna vez con Felipe Sáez sobre Juan Emar y un texto donde describía las habitaciones de un edificio de apartamentos donde vivían sus amigos. Hace poco, Sáez afirmó en tono triunfante, que tal narración no era de Emar sino de Perec. Un par de días después conseguí tal volumen.

Apenas puedo dormir porque tengo un dolor de muelas de la puta madre. Todos mis dientes están a punto de caerse, literalmente —no quisiera acabar como el vampiro que es Armando Uribe. Hace varios meses comencé un tratamiento dental, que no he seguido más que con una intermitencia que me asombra, incluso a mí, un fragmento per se. Hace pocas semanas repentinamente salióse un trozo de muela, debí haber ido al día siguiente al dentista. Ahora me duele otra muela. Seguramente tendrán que hacerme otro tratamiento de conducto, o, como se dice técnicamente, una endodoncia.

No sé por qué mientras sufría me acordé de Hegel, y pensé: «La externalización de cualquier elemento interno representa únicamente una tortura para el sujeto», la tragedia del sujeto hegeliano, su destino espinoso. Entonces, traduzco: dientes y uñas son sólo motivo de dolor. Por lo mismo, todo lo que sea alteridad no es más que motivo de sufrimiento… uf, gimme a brake.

Qué pena, qué pena no poder comenzar con Perec por culpa de mis muelas. Qué dolor. ¡Ay!

El dolor retrocede el dolor se esconde yo también me escondo, «y ya mi voz va volviéndose lejana mientras se prepara para decir que se va, va a probar otros lugares. Sólo yo he existido, dice la voz, si al hablar de mí se puede hablar de vida. Y dice que se eclipsa, que se va, que acabar aquí sería perfecto, pero se pregunta si sería deseable. Y a sí misma se responde que sí es deseable, que acabar aquí sería maravilloso, sería perfecto, quienquiera que ella sea, donde sea que ella esté» (*).

* * *
(*) Vila-Matas, Bartleby y compañía, fragmento 85.

domingo, 18 de diciembre de 2005

Qué irónico.
Fíjense en la portada de Artes y letras del 18 de diciembre de 2005:

"Sufrir por un monstruo"

Aunque se refieren al King Kong de Jackson, viene como anillo al dedo, ¿no?

sábado, 17 de diciembre de 2005

Charlie Brown la madrugada y cigarrillos

Jueves pasadas las 4 de la mañana. Nuevamente he ido a comprar cigarrillos a esa estación de servicio abierta-las-24-horas. Nuevamente he visto un grupo de tipos en la plaza, ocultos por la sombras propias de esa hora además de un árbol que impedía les llegase la luz eléctrica.
No voy a eso en todo caso, sino a esto otro:

Primer cuadro: Charlie Brown caminando solo en una tarde invernal, dice “Sí que resulta extraño”.
Segundo cuadro: Afirma luego “Puedes pasarte horas sin pensar en nada concreto”.
Tercer cuadro: Una cabriola espectacular eleva a Charlie del suelo, de él sólo se ven las ancas y los pies apuntando hacia el cielo. No hay palabras.
Cuarto cuadro: Charlie se explica, “Y de repente te asalta el recuerdo de un viejo amor…”.

Primer cuadro: Linus y Charlie en la misma escena invernal caminando. Linus, “¿Estás seguro?”, Charlie responde “Completamente… voy a demostrártelo”.
Segundo cuadro: Charlie intempestivamente dice “¡Leonor!”.
Tercer cuadro: Charlie se gira para ver la voltereta en el aire de Linus.
Cuarto cuadro: Dice Charlie “¡Ah, la evocación de un viejo amor!” mientras la mueca en el rostro de Linus lo dice todo.

Primer cuadro: Charlie y Snoopy caminando en la misma escena invernal, el can va delante.
Segundo cuadro: Charlie, igualmente sorpresivo le espeta “¡Fifí!”.
Tercer cuadro: Charlie se detiene para ver el salto terrible de Snoopy.
Cuarto cuadro: Siguen caminando y Snoopy triste piensa “¡Hacía años que no pensaba en Fifí!”.

Primer cuadro: Linus le dice a Charlie “Creo que tienes miedo a ser feliz Charlie”.
Segundo cuadro: Continua Linus “¿No crees que la felicidad te haría bien?”.
Tercer cuadro: Charlie responde “No lo sé…”.
Cuarto cuadro: Charlie remata “¿Qué efectos secundarios tiene?”.

De pasada he comprobado (gracias a una cita sacada de Vila-Matas) que si se desea fumar y escribir a la vez, o se mantendrán los ojos en constante rojo o hay que resignarse a que el cenicero se lleve la mayor parte del cilindro nicotinoso…
Si vuelvo a lo de los cigarrillos es porque la pregunta aún es válida: ¿Estoy a resguardo aquí? ¿Estoy totalmente seguro donde ahora estoy?

* * *

Todas las escenas de Charles Monroe Schulz, Carlitos genio y figura, Grijalbo, México DF, 1992.

jueves, 15 de diciembre de 2005

I would prefer not to forg...

Releo luego de varios meses Bartleby y compañía de Enrique Vila-Matas (Anagrama, 1999).
Supongo que el lector conocerá, por lo menos de oídas, el origen del nombre Bartleby. En caso contrario, preferiría no darle yo esa noticia.

Al narrador de este libro parece gustarle sobremanera Robert Walser, del cuál nada he leído. Walser vivió entre los años 1878 y 1956 siendo su nacionalidad suiza. Publicó unos cuántos volúmenes que, al parecer, no desmerecían en nada al papel sobre el cual estaban impresos: Los hermanos Tanner, Der Gehülfe y Jakob von Gunten, entre 1907 y 1909. En este último año volvió a su tierra natal, quizás ése evento desencadenó en él la locura, una tranquila pero llena de alucinaciones. A comienzos de los años ’30 por su propia voluntad decide internarse en un sanatorio pasando «los últimos veintiocho años de su vida encerrado en los manicomios de Waldau, primero, y después en el de Herisau, dedicado a una frenética actividad de letra microscópica, ficticios e indescifrables galimatías en unos minúsculos trozos de papel».

Quien escribe a través de Vila-Matas remata con lo siguiente el bosquejo de Walser: «Alguien ha dicho que Walser es como un corredor de fondo que, a punto de alcanzar la meta codiciada, se detiene sorprendido y mira a maestros y condiscípulos y abandona, es decir, que se queda en lo suyo, que es una estética del desconcierto», retrato exacto de lo que Vila-Matas quiere decir cuando escribe esta ruta de la “literatura del No”. No es solamente el “dejar de escribir” así sencillamente porque de seguro tal enfermedad —comparable al mal de Montano— hunde sus ágrafas raíces en Sócrates y su legado puramente oral —suponiendo que Platón es un otro.

Walser ha de haber llegado al convencimiento de que escribir está de más, de que toda labor de inscripción es vana de antemano, es sólo la exposición ególatra de una peculiaridad, que, si el escritor fuese cuerdo, guardaría para sí, y se cuidaría mucho de mantener en el más absoluto secreto sobretodo para la posteridad: Kafka lo sabía pero Max Brod lo ignoraba en la misma medida en que él no era Kafka (me decía que le habría gustado citarse en un café europeo con Kafka, a conversar, yo le respondí que lamentablemente aunque hubiese sido ella, Kafka no habría llegado, “¿y por qué no habría llegado?” preguntóme un poco ofendida, “pues simple —le dije—, porque era Kafka”. Ella entiende, fin de la discusión).

Ayer he visto a algunos amigos jugar fútbol, entremedio había una apuesta de cervezas. Miro a Hernández y pienso gritarle que haga un autogol, creo que efectivamente se lo grité. Eso me trajo a la memoria un fragmento memorable del No que Vila-Matas podría haber puesto en su libro, uno sacado de una entrevista a Bolaño: «Mi experiencia como jugador de fútbol nunca fue del todo comprendida ni por los espectadores ni por mis compañeros de equipo. A mí siempre me pareció más interesante marcar un autogol que un gol. Un gol, salvo si uno se llama Pelé o Didí o Garrincha, es algo eminentemente vulgar y muy descortés con el arquero contrario, a quien no conoces y que no te ha hecho nada, mientras que un autogol es un gesto de independencia. Aclaras, ante tus compañeros y ante el público, que tu juego es otro» (*). Independencia, saber que se puede hacer todo lo contrario a lo que se desea, libertad, «quien es más libre es quien puede decir no» leo en ése libro antes de dormirme pensando en otros artistas del No lamentablemente dejados fuera: Cesárea Tinajero, Benno von Archimboldi, Jorge Loncón.
Ah Bartleby! Ah humanity!

* * *

Las Últimas Noticias, martes 4 de septiembre de 2001.

lunes, 12 de diciembre de 2005

Mañas de la realidad II

Entre el 17 y 19 de febrero de 2004 escribí un cuento. En éste la protagonista ha huido de su país natal producto de la guerra civil y acaba trabajando como mucama en un lujoso hotel de Nueva York. A ella le agrada tirarse sobre las camas antes de armarlas y meter su cabeza en las mullidas almohadas, según dice, para "recordar mi pasado acomodado"… casos más extraños se han visto. La cosa es que para su sorpresa, pero más para su vergüenza, descubre que en esa almohada hay cinco agujas plateadas que se le incrustan en la cabeza. Atónita busca respuesta al enigma: sigue por buena parte del mundo al pasajero que ha dejado esas agujas, siempre encuentra más.

Hace pocas semanas la almohada que me ha acompañado desde hace varios lustros murió, no soportó más la presión de mi cabeza y reventó. Comencé entonces a usar un gran cojín en su reemplazo.

A los pocos días mientras dormía, sentí que algo me picaba la mejilla. Pensé que algún trozo de madera estaba metido en el relleno de la improvisada almohada, lo dejé pasar, tenía mucho que dormir para ocuparme de eso.

Pasaron otros días y durante una tarde volví a sentir el aguijón. Ahora sí saco ese palo, díjeme, y fui donde mi madre para que lo hiciese (también en esas cosas soy inútil). Cuando sacamos la funda del cojín… ¡oh, por el can!, ¡era un alfiler plateado lo que me laceraba la carne! Sólo después de un rato caí en cuenta de que eso ya había ocurrido en otra capa de la… ¿realidad?

Pensé en el epígrafe de ese cuento y consentí en que no podría haber elegido otro mejor: Just because you're paranoid, don't mean they're not after you (Cobain, Territorial Pissings).

viernes, 2 de diciembre de 2005

Las putas asesinas de Rabelais

Soñé con un texto apócrifo de Rabelais. Yo retozaba analmente y de pie con una mozuela hermosa que me decía insinuantemente que podía eyacular en su boca. Yo era parte de él, no sé en qué momento me daba cuenta que era parte de un relato. (Como se sabe, a de Rokha lo expulsaron del Seminario por leer a Voltaire y a Rabelais. Considero que ni el Cándido, ni Micromegas, ni Gargantúa ni Pantagruel merecen tanta censura como sí se lo hubiese merecido mi sueño convertido en texto si no se tratase sólo de una somnolienta quimera.)

Trataba básicamente de una casa de remoliendas de citas de luz roja de juerga donde se trata a las niñas de tú una mancebía prostíbulo burdel serrallo lenocinio, una casa de bellas putas que lo permitían todo, como debería ser en el sexo, creo: podías escupirles dentro de cualquiera de sus orificios, deformarles los pezones con los dientes, tatuarles bellos paisajes con las uñas en sus espaldas, hacerles reventar el clítoris a fuerza de latigazos, separar verticalmente su cuerpo en dos, morderles las orejas hasta que la sangre entrase al cerebro, llenarles la boca de semen para que les saliera por las narices, meterle la mano hasta poder tocar sus úteros, hablar a través de sus labios inferiores, romperles el ano con mi verga enhiesta, tragarme esa sangre mezclada con diversas especias, hacerlas vomitar por la presión de mi glande, besarlas hasta la asfixia o hasta que la lengua se desintegre, que sus orgasmos les provoquen soponcios a veces mortales, montarlas como si yeguas fueran, atarlas para golpearlas con tallos de rosas, hacerles creer que soy el Papa, penetrarlas mientras les hablo como lo hacían sus padres, abrirles el ombligo y allí meterlo, hacer de su vello púbico mi propia barba, quedarme a vivir para siempre entre sus pechos, que me laman los testículos mientras las penetro por los ojos, invitar a su vieja madre a ver el espectáculo y unirse (si lo desea), que chupen con fruición mi falo luego de sacarlo de sus culos, besarles el cuello hasta que la cabeza se desprenda del cuerpo, dejarles marcas que parezcan hechas a fuego, morderles los muslos como si fuesen jamones, tirarles el pelo hasta que se parezcan a lo que tienen metido, hacer que se embaracen doce veces en la misma noche, tocarles el punto G con los dedos de mi pie, que sus manitas se mimeticen con mi pene, que lo único que beban por semanas sea el sudor que les cae de mi cabeza, penetrarlas con brutalidad para que sus dos agujeros se hagan uno, sacarles los dientes para que me la chupen mejor, bañarme con sus fluidos vaginales, depilarlas con mis dientes, lamerlas hasta que no quedase más que hueso, follar hasta el Día del Juicio y luego seguir, sincronizar no sólo nuestros orgasmos sino nuestros latidos, despertarlas con mi falo entre sus nalgas, que sea cuestión de vida o muerte tener mi verga dentro de ellas.

Eso y otras muchas cosas más era lo que con ellas se podía hacer. Todo era permitido excepto algo, a saber: enamorarse de ellas. ¿Extraño?, pues no, porque la lugarteniente de la casa sabía que todas ellas eran unas putas asesinas, monos hirviendo como el hielo seco, que veían a sus clientes desde las copas de altos árboles muertos, que nos buscaban llorando desesperadas porque les dijéramos las frasecitas de los cuentos infantiles, putas asesinas que al menor descuido te enterraban sus uñas en la garganta y luego huían. Putas asesinas eran y todos los clientes lo sabíamos, pero igualmente sólo a ellas acudíamos: hasta en sueños me fío de las Asesinas y Putas.

Eso es lo que soñé, pero eso ya carece de importancia, la cuestión que me acosa ahora es que si me puedo soñar dentro de un libro de Rabelais, ¿por qué no llevarlo al papel? Definitivamente no tengo ya nada que hacer.

23 de noviembre de 2005

«De pronto el escenario se llena de humo y la masa ruge». (Hace horas que no me muevo, que me mueven de un lado a otro. Por varios minutos creo que me desmayaré, no sé si de la emoción o producto de la asfixia o de que todos me pisoteen.) (*)

The love he receives is the love that is saved. (En el '98 éste tema no me gustaba, ¿ahora sí?, seguro.)

We all got scars, they should have 'em too.

Why would you wanna hurt me? (¿Qué necesidad hay en herirme?... eso ya da lo mismo, pero ustedes ¿qué necesidad tenían de hacerme emocionar así?)

«Poco a poco se distinguen unas figuras movedizas» (Yo los veía antes de todo, créanme, los vi durante más de una década junto a mí, en mi habitación, por la calle.) (*)

Fuck me if you only hear what you wanna hear. (It isn't just a riot act, todo estaba dispuesto, seguro que sí.)

I am ahead, I am advanced, I am the first mammal to make plans.

«Es una explosión de alegría que nos devuelve la confianza» (*)

Someday yet, he'll begin his life again. (Yo los vi, yo estuve cuando la tocaron, ustedes aparecieron igual que los pensamientos: como mariposas.)

Please forgive our hometown in our insignificance.

«ese sonido de selva tupida de los discos se abre y aparecen senderos por los que uno puede internarse» (*)

I'm so high I hold just one breath. (Una versión nunca oída por mí, quizás imaginada, quizás vista desde arriba, con esa perspectiva que tienen todos los sueños de adolescente.)

Some die just to live. (Esperaba ansioso este tema, some die just to live, ésa frase que ponía junto a otra de Los miserables: nada importa morir, pero no vivir es horrible. ¿Leyeron esa novela chicos, verdad?)

Want to be enlightened like I want to be told the end.

The dead lay in pools of maroon below. (Y de seguro ustedes me vieron, en esa parte cuando Eddie gritó "arms raised in a V" yo también los alcé y toqué el cielo.)

M-Y-T-H is belief in the game. (Sí Eddie, al final te apunté y te grité: I will be too, faithful to you.)

Can't deny there's something wrong. (Lo siento chicos, ¿qué de malo podría haber ocurrido con ustedes tocando a menos de veinte metros de mí?)

«Sí, son ellos, son ellos de verdad» (Si alguien lo dudó, que arda en el infinito infierno.) (*)

World with your heart and not with your brain?

I would rather starve than eat your breast. (Es extraño, pero me gustan los temas número 8 de la mayoría de sus discos. Y ustedes no saben lo cierto que para mí es la frase del inicio del tema 8 del disco del '94: The waiting drove me mad, pero ya no.)

Talkin' to herself, there's no one else who needs to know.

I know when I would not ever touch you. (¡Otro tema 8! Y ésa forma de iniciarlo, ésos rasgueos desganados que no son del disco, que pocos saben qué tema es, pero yo sí. El corazón en la boca.)

«la sensación de descuido y espontaneidad es fruto de una determinada manera de emplear el virtuosismo» (*)

I guess it was the beatings, made me wise. (Hijos de puta que me lanzan otro número 8, el 8 del disco del '93. Y me alejo de una buena vez de tu porquería, porque no estoy para dar gracias o pedir disculpas. Quizás sea el tiempo de emanciparse.)

I know someday you'll have a beautiful life. (Supongo que todos se acordaron de alguna vieja chica besada con este tema, yo no, yo me acordé de alguien al cual le traduje este tema, el mismo que se acordó de mí en esos momentos.)

But, I'm still alive. (Aún espero poder levantarme y gritarlo: Conchasdesuputamadre, ¡a pesar de todo todavía estoy vivo!)

Now I believe in miracles. (Y Eddie, tomaste ese cartel y me lo mostraste: si dios existe, esa noche se acordó de mí.)

«Sólo eché de menos Wishlist. Sólo eché de menos un tercer concierto» (Ahí estaba la bola de discoteque que pendía sobre Matt, la bola que baja cuando tocan esa lista de deseos ¿o no?) (*)

Make me cry. (Sólo faltó el tema 8 de 1996: If I had known then what I know now quizás no estaría insistiendo todavía.)

Matt, Jeff, Mike, Stone, Eddie, turn me up.
Matt, Jeff, Mike, Stone, Eddie, watch me crash.
Matt, Jeff, Mike, Stone, Eddie, I'm dyin' fast.

* * *

(*). Arturo Fontaine, "Pearl Jam aquí", en El Mercurio, Artes y letras, domingo 27 de noviembre de 2005, página E8.