miércoles, 12 de noviembre de 2008

Lo que este año (ya) no haré

Algún artículo decente sobre En busca del tiempo perdido. Uno en el que pusiera a todos los personajes en sus múltiples relaciones, como en el Who’s Who in Proust.

El relato de un joven que por motivos familiares se ve forzado, frente a alguien que puede hacerle un enorme favor, a declararse católico. Y para convencer a tal personaje, comienza a escribir sobre temas piadosos. Al principio desganado, pero finalmente al borde del misticismo escolástico.

La referencia, en términos elogiosos, de La vida privada de los árboles de Alejandro Zambra, que comenzara con la siguiente cita del mismo libro: «Sería preferible cerrar el libro, cerrar los libros, y enfrentar, sin más, no la vida, que es muy grande, sino la frágil armadura del presente» (pág. 37). Y que acabase con esta otra: «Para mantener la calma Julián piensa que la literatura y el mundo están llenos de mujeres que no llegan, de mujeres que mueren en accidentes brutales, pero que al menos en el mundo, en la vida, también hay mujeres que deben acompañar, de improviso, a una amiga a la clínica, o que pinchan un neumático en medio de la avenida sin que nadie se acerque a ayudarlas» (pág. 52)

Una nota sobre las versiones proustianas. Así, como Borges lo hizo con Homero. Contando de Pedro Salinas cuya traducción era única hasta hace no mucho (el mismo que según me cuenta Simón Abufom, escribió poesía). Y también sobre la nueva versión de Carlos Manzano en la que por primera vez leí «Françoise» y no «Francisca» a secas, cosa que me conmocionó un tanto, pero al momento recordé que traducir nombres es absurdo, y ejemplos sobran: Federico Nietzsche, Carlos Dickens. Y por supuesto acabando con la traducción brillante de Estela Canto, la argentina amiga de Borges que publicó en Sur y para la que fue dedicado «El Aleph».

Qué extraño. Ayer encuentro un blog, copio lo que necesito y lo pego en este mismo texto, pero no lo guardo, pierdo esa cita. Hoy lo busco nuevamente, y ya no está, por suerte el caché de Google existe. El siguiente ejemplo ilustra a la perfección lo de las versiones proustianas:

Dice Proust:
“Ah! c’est bien comme on disait dans le patois de ma pauvre mère:
«Qui du cul d’un chien s’amourose
«Il lui paraît une rose.»”
Dice Estela Canto:
“Ah, es como se decía en el dialecto de mi pobre madre: ‘Del culo de un perro se amorosa y cree que es una rosa’”.
Dice Pedro Salinas:
“Ya lo decían en la lengua de mi pobre madre:
Del trasero de un perro se enamorica
y llega a parecerle cosa bonica.”
Existiendo la versión de Estela Canto, la de Pedro Salinas es ilegible.


Ni tampoco escribí el esbozo de un relato, de una mínima biografía al estilo de Schwob en sus Vidas imaginarias. Que se me ocurrió mientras avanzaba por una tienda de departamentos y oí a un vendedor de teléfonos celulares hablarle a un colega sobre la revolución. En el aire apenas pude captar las palabras clave: «anarquismo» y «Bakunin».

Y no pensarla tanto, sino escribirle doscientas veces más a Denisse. Un post por día, a lo menos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

se borró esta cosa.

bueno. decía que también falta nuestro libro de cuentos, pero que para eso aún hay tiempo.
creo que también decía que celebro aquello de la escritura diaria a denisse.

salud, mi querido.