jueves, 20 de agosto de 2009

Descuidos remediados

Juguetes perdidos: Un Transformer Decepticon recién regalado. Uno que mutaba en avión, de color rojo. Un idiota lo tiró al aire pensando que volaría por sí solo. Cayó entre unos arbustos y nunca más lo vi. Quizás el mismo imbécil hizo eso como maniobra distractiva para robarlo. Quiera dios que el sinvergüenza haya pagado.

Libros perdidos: El león, la bruja y el ropero en una edición única: el lomo dice que es Cuentos chilenos para niños. Se perdió por culpa de mi madre que me insistía tanto para que le prestase libros a sus putas compañeras de trabajo que no podían (o querían) comprarles libros a sus hijos. Hace una semana vi la misma edición, con el mismo error en su lomo. Lo abrí queriendo que fuese el mío, pero no: no estaba el timbre con mi nombre.

Juguetes perdidos: una máquina cuyo tamaño hoy resulta excesivo, poco más de una palma adulta, en que únicamente se jugaba Tetris e innumerables variantes, siempre con los bloques. Quedó sobre el asiento al lado de la ventana en el bus que me dejaba frente a la casa de mis abuelos paternos, de cuando ellos vivían en Santiago en la calle Curitiva. El bolsillo era muy amplio.

Libros perdidos: la primera (y única) edición que tuve de Fahrenheit 451. Ahora yo timé a mi madre, que de vez en cuando me preguntaba dónde estaría ese libro. Siempre le sacaba en cara su dadivosa colaboración para con la educación de los hijos de sus compañeras de trabajo, pero la verdad es que ese libro yo lo había vendido junto con otros. No sé para qué. Intuyo que fue para comprar casetes.

Juguetes perdidos: un pequeño muñequito de G.I. Joe, o quizás una imitación comprada en la feria dominical. Fuimos con mi abuelo a visitar a uno de mis tíos. Era invierno y/o hacía frío. Me subí a un juego de plaza —de los que parecen cúpulas metálicas—, di una vuelta completa entre los tubos quedando de cabeza, y nuevamente el bolsillo del buzo me jugó una mala pasada.

Libros perdidos: Una mochila fue robada a un estudiante de filosofía que dormía una borrachera. Al parecer, el terrorista sacó sutilmente la mochila del regazo del estudiante dormido, éste despierta y le increpa pero demasiado tarde, el tipo ya se había ido con la mochila con Ser y tiempo y otros más. Con Gernández llamamos a este delincuente, “el ladrón fenomenológico”.

«Debí haber sido más cuidadoso cuando chico» pienso respecto a los Transformers que perdí, en esos años nebulosos entre la niñez y la adolescencia. De esa época sólo me queda uno, al que yo le llamo “Willie”. Hace poco compré la versión actual revisitada del mismo. Se transforman siguiendo el mismo patrón que el antiguo de 1985. He remediado el poco cuidado con los juguetes con otros juguetes, los de ahora. No por nada tengo a una figura de Bobba Fett cuidando los ejemplares de mi biblioteca. Son objetos que mantienen una relación estrecha con mi pasado, y unos cuántos, con mi futuro inmediato. Se quedan llenos de polvo, se acaban y se leen, quedan prendados entre la frágil tela de esta memoria, y luego se mezclan con otros formando argumentos tetradimensionales y con colores desconocidos, paisajes ya idos. Hojas quemadas. Y mi biblioteca es un mausoleo.

5 comentarios:

Rodrigo dijo...

Querido amigo,
La pérdida de juguetes también ocupa un espacio no menor en mi memoria. Como aquella vez que un Cisarro me dijo: "Dejemos los autos enterrados y mañana los venimos a buscar". Yo, que tenía la colección completa de autos Majorette, de esos que regalaban en COPEC hace ya varios años; accedí ingenuamente a su idea. Al otro día volví, y me dí cuenta que mi ex amigo Cisarro me cagó. Respecto de los libros, no creo haber leído ninguno cuando niño, salvo las mierdas que daban para leer en el colegio. Me gustaba leer revistas de ciencia, y esas mierdas de revistas de la Casa Royal. Quería aprender a desarmar mis juguetes y volver a armarlos sin que me sobraran piezas...jajaja.

Saludos Compay.

Unknown dijo...

Al leer tu texto solo puedo pensar en Mechas(Meka, Mechs) vehiculos armados con forma humana, los cuales armaba con piezas metalicas de un antiguo juguete referenciado como "mecano" en mi memoria.Es lo único que realmente creo perdido, ya que eran mis creaciones y para mí eran reales. En mis sueños los encuentro aveces, acompañados de mi inocencia.

Confundido dijo...

Yo me quedo con el fenomenoligico bolsero. Increible que ya hasta de eso se peguen...
Como han cambiado los hurtos.
PDT: yo tuve un hecho aun mas triste. No perdi un juguete completo, sino una de sus partes.
El brazo de una tortuga Ninja. Ya se imaginan porque tenia que ser siempre quien perdia las peleas, y quien hasta ahora no ha encontrado el brazo.

ernestoernesto dijo...

yo me había olvidado, pero también me hicieron la de los autitos enterrados. viste que con un escrito sobre la pérdida, yo recuperé ese recuerdo. quizá qué perdí.

Anónimo dijo...

Al parecer yo regalaba los míos. Mi caja de juguetes era ostentosa y me aburría el 80%. Había una caja de juguetes, otra de rompecabezas, otra con artefactos: sobras, pedazos, ruinas domesticas que no dejaba que mi mamá botara pues servian como ambientación para pistas de autos o campos de guerra e incluso para crear juguetes. También le pasaba las Condorito a los vecinos por la pandereta. Tenia hartos amigos porque tenia hartos juguetes, creo. Nunca tuve un juguete original. Ahora lo encuentro razonable: la nave de los halcones galácticos era como la mitad del sueldo de mi mamá.

También tengo problemas con los bolsillos. O con la falta de estos.
Y de libros perdidos ni hablar.

y he anotado en la casa, porque esto lo postee en la casa en el pendrai, he puesto al final Link del robo que es una entrada del blog que no alcanzo a meter ahora porque voy atrasado pero seguramente la viste o te dije cuando em robaron la cmohila llena de libros y gueas

besitos