martes, 6 de febrero de 2007

Best sellers veraniegos

1. Una escena clásica de mi formación televisiva: Al Bundy (de Married With Children) al borde de una carretera mostrando un cartel que reza: Shoot me for $10. A finales de la administración de Bush padre aparece esta sitcom ácida, que cuestiona la familia gringa clásica.

2. Repentinamente, sin motivo alguno, he pasado toda la noche enfermo del estómago. he tenido los síntomas de una seria intoxicación. He vomitado todo lo que durante el día comí, y el resto ha sido devuelto en un agua verdosa que lentamente se acababa. Gernández elucubra que somaticé mi inminente vuelta a la universidad. Al día siguiente Denisse me viene a visitar. Cómo la extrañaba. Cómo la extrañaré durante la semana que esté fuera de Santiago. A mi regreso: ella y Deftones (!).

3. Raymond Carver debió haber visto Married With Children. Quizás algún personaje de sus cuentos se asemeje a Al Bundy. Como el de «¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?», pero en otro tono. La decadencia puritana norteamericana de fines de los ’80. Cuentos que no llevan a ningún lado, que se cierran sobre sí con frases cortas que no dejan lugar al entrelíneas aunque es lo único que pretenden.

4. Inventar un modo de la biografía en que, sin temores, se cuenten las peores cosas de todos: las bajezas diversas, la traición, la perfidia. Se podría justificar ése método biográfico apelando a cierta «disolución» del yo: nunca sucede esto a alguien, a todos o a nadie: en el momento del coito todos somos el mismo. Me imagino escribiendo lo que sé —en secreto— sobre la gente que me rodea, con nombres y apellidos. ¿El horror?

5. Camino por la madrugada santiaguina junto a Felipe Sáez, le voy leyendo en voz alta un cuento de Rodrigo Rey Rosa, «Ningún lugar sagrado», mientras él se detiene a mear unas plantas por ahí. Llego al paradero, tengo que esperar unas cuantas horas por el micro, sigo leyéndolo. Dice que leyó sus cuentos durante su año de estudios en Buenos Aires, porque quizás le ayudó: Rey Rosa en Nueva York, Sáez al otro lado.

6. De «Video», en Ningún lugar sagrado:

«“Materia”: Primera parte: en la pantalla, en primer plano, un dedo apoyado en un pedazo de madera brava, una tabla astillada. El dedo comienza a frotar la madera mecánicamente, y, segundos más tarde, herido por las astillas, empieza a sangrar. Fin de la primera parte. Segunda parte: todavía en primer plano, el dedo sangrante introduce la uña, un poco larga, en una raja de la tabla. Despacio, el dedo comienza a girar, de modo que la uña se levanta de la carne dolorosamente hasta el blanco. Fin.»

7. Hay unas ediciones de libritos que circularon junto a la revista trespuntos en Argentina, donde apareció, por ejemplo, Kensaburo Oé. Ésa es la edición de cuentos que tengo de Carver, donde sale «Tres rosas amarillas»: Chéjov muriendo fuera de Rusia, en Badenweiler. Alguna vez escribí un cuento no tan malo en que relato la escena patética que menciona Gorki para cuando su cadáver llegó al país, siendo confundido con el de un general muerto en la guerra contra Japón. Carver siempre se nos adelanta, pero a él se le adelantó Chéjov, ¿no?

8. Poco a poco, a pesar de mi reticencia, te me vas metiendo entre las cicatrices. Las comienzas a borrar lentamente, las minimizas con tus besos, las tres rosas que me diste me inundan con su perfume. No puedo dar más detalles, sería pornografía para provocar la envidia.

9. Plan de evasión de Bioy Casares, precisamente me saca fuera. ¿Dónde está la confabulación en esas islas de presidiarios? Hay referencias al caso Dreyfus, en donde estuvo metido Zola con su famoso «J’acusse». La forma seudo epistolar de la novela engaña, hace correr el ojo de lo preciso: «Me había confiado tantas suposiciones disparatadas, que ahora, ante algo verosímil, quería aclarar las cosas.»

10. Todo se va escondiendo lentamente, como los turistas de enero, para que salgan de las cuevas sus reemplazos del árido segundo mes. Carlos se esconde en su hogar porque ha tomado yodo inundado de quién sabe qué elemento radioactivo. Una semana en cuarentena: le he hablado desde fuera su casa, a través de la reja.

I can float here forever

In this room, that we can’t touch the floor

In here we’re all anemic

In here, anemic and sweet so.

Nadie sabe quién es el que está encerrado, porque en este panóptico las ventanas apuntan al suelo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De este, el otro lado de la Cordillera, gusta mucho el último cuento, el protagonizado por la poesía explosiva ('Elementos'). En lo personal, me caí de culo con el cuento sobre las cárceles ('Negocio para el milenio'). Hay que hacer que RRR venga a este lado del mundo a como de lugar.