miércoles, 4 de enero de 2006

Pozo sin fondo

Tengo demasiado sueño. Pero si me duermo temprano despertaré en la madrugada, me pondré a leer, luego se despertarán mis padres y quedaré desvelado, pasaré toda la tarde en un estado que está entre el sueño y la vigilia y apenas comience la noche tendré demasiado sueño, pero si me duermo a esas horas despertaré en la madrugada, me pondré a leer, luego se despertarán mis padres (…)

Leo con desesperación La vida instrucciones de uso de Perec. Texto que supongo está a la base de una parte no menor de la obra de Bolaño. Digo “base”, pero quiero únicamente decir la base visible, el soporte rastreable por un lego, aquello que se me da primeramente, sin demasiado escarbar.

No quiero pasarme de listo, simplemente poner estas citas que darán cuenta de tales relaciones intertextuales. Aunque ésta es una tarea vana, porque siempre “hay relaciones” como bien dice Hernández citándome, creo.
Vean lo que la contraportada de La vida… dice sobre ella: «asistimos a la formación de un microcosmos constituido por una serie de “novelas dentro de la novela”».
Bien. El mismo texto pero en 2666 afirma que éste es «un libro que se construye como una novela empotrada en otra novela empotrada a su vez en otra novela».

Ahora, Rodrigo Fresán en un artículo para Página/12 sobre 2666 escribe que éstas cinco-novelas-en-una «se relacionan no como cajas chinas o muñecas rusas sino que parecen fundirse unas con otras», que Bolaño «como el miniaturista Borges— va construyendo y citando escritores y obras dentro de su propia obra de escritor». Esto último ya es más que conocido, por lo menos en lo que a Borges respecta. Pero también lo es en Bolaño. En alguna entrevista afirma que lo que él hace no es nada nuevo, y que ni siquiera Borges es el inventor, sino que éste lo tomó de Alfonso Reyes y éste a su vez de Marcel Schwob: todo es nuevo, lo fuido es lo soy, «entramos y no entramos en el mismo río, somos y no somos» (1).

«1. Soñé que Georges Perec tenía tres años y visitaba mi casa. Lo abrazaba, lo besaba, le decía que era un niño precioso (…)
57. Soñé que Georges Perec tenía tres años y lloraba desconsoladamente. Yo intentaba calmarlo. Lo tomaba en brazos, le compraba golosinas, libros para pintar. Luego nos íbamos al Paseo Marítimo de Nueva York y mientras él jugaba en el tobogán yo me decía a mí mismo: no sirvo para nada, pero serviré para cuidarte, nadie te hará daño, nadie intentará matarte. Después se ponía a llover y volvíamos tranquilamente a casa. ¿Pero dónde estaba nuestra casa?» (2)

Ya comenté el error que me llevó a Perec. Esto lo había leído hace ya mucho tiempo, ¿cómo no corrí a conseguir alguno de sus textos?

* * *

(1) Heráclito, frag. 49.
(2) Roberto Bolaño, Un paseo por la literatura.

No hay comentarios.: