martes, 6 de octubre de 2015

La misma carretera

Paso y paso las páginas de Galveston de Nic Pizzolatto. En menos de un día alcanzo un tercio.

Este año leí por fin Bouvard y Pécuchet. Una locura de principio a fin. Me sentí de nuevo metido dentro de alguna historia enciclopédica de Papini, con una poco del vértigo y el absurdo de Vian. Pero todo antes de ellos y su escritura, fundándolos quizás, diciéndoles qué y cómo violenta (pero cariñosamente). Siento que debí leerlo cuando me lo ofrecieron, hace tantos años. Pero ahí leí el Cándido de Voltaire y Gargantúa y Pantagruel. Qué carcajadas me provocaron esos.

Y Las Redes Invisibles de Sebastián Robles. Un creepypasta de las redes sociales. Como si el campo de estas redes fuera un desierto minado de oasis fantasmagóricos, habitados por sombras de personajes que lo dejaron hace ya mucho rato. Solo hay ilusión de compañía, cuando la realidad es harto distinta y triste.

Repasé un par de veces El Incendio de Valparaíso de Eduardo Correa. Una brutalidad entre los gritos (o los susurros amorosos) de prostituas y travestis, y de fondo una ciudad que se agita entre las llamas: "Pero sabíamos también que Valparaíso era una metáfora y que toda metáfora era una suprema traición".

No tengo para cuándo acabar En Busca del Tiempo Perdido. Los dos últimos volúmenes que me faltan ya los tengo, pero me falta el ocio y la motivación de hace una década. Lo mismo con el Ulises. O con Bajo el Volcán que no tengo pero que quiero leer y acabarlo. O La Montaña Mágica.

Pero releo Todos Nosotros, la poesía de Carver. Y es dolorosa. Un despeñadero por el cual todo cae. El resultado de sumar aburrimiento por el otro y la autocomplacencia, no sé si en medidas iguales o no. Y sobre la misma es también un aliento refrescante. Todos los años que Carver consideraba una yapa, los 11 años de amor y calma que vivió con Tess. Hay esperanza ahí, sin que por ello amaine el fuego, o el hogar detenga su descomposición.

¿Qué se hacen con los autores o libros que dicen importantes y que no he leído? ¿Hay que ir a ellos apurando el paso? ¿Hay algún camino que me lleve a ellos?

Tanto que leer y tanta desidia y olvido. Y para cuando me acuerdo, ya estoy metido en otros libros, y no da el tiempo o sobra el cansancio, y hay que vivir, por sobre y ante todo. La vida de los libros corre en otro carril, aunque se trate de la misma autopista para todos.

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