miércoles, 28 de octubre de 2015

Spoon River

Uno de los mejores momentos como lector fue encontrar las Vidas Imaginarias de Schwob. El otro es probablemente recibir el primer volumen de las Obras Completas de Borges, o comprar por precio de huevo la poesía -casi- completa de Pessoa. Siento una emoción harto cercana a esos recuerdos cuando paso cada página de la Antología de Spoon River. Ya que sus derechos pasaron a dominio público, gente laboriosa como Rodrigo Olavarría la tradujo para la también laboriosa editorial Das Kapital.

Desfile de imágenes y personajes ya muertos de un pueblo gringo de principios del siglo XX. Allí donde uno se lamenta de su mala suerte en vida, salta otro que le refuta afirmando que no fue la mala estrella sino su holgazanería el causante de sus males. Hay uno que se perfila como un disminuido, pero más allá un testimonio demuestra el bien que hizo, lo grande que secretamente fue. Y así. Pasan personas reclamando desde la muerte, recordando viejos amores, vanagloriándose o resistiéndose a creer todo lo que (no) hicieron en vida.

Con el mismo Schbow está relacionada esta Antología: ideando personajes y siendo contados. Pero también con el magnífico El Juicio Final del olvidado Papini, y también (cómo no) con la Historia Universal de la Infamia, La literatura nazi en latinoamérica y Retratos reales e imaginarios.

Hay vértigo y arrojo en cada personaje y sus frescos. Voluntad de maravillar, y trabajo bien realizado. Hoy no sé qué hay, sólo que casi nada de lo anterior.

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