La más exitosa obra teatral chilena no ha sido del ICTUS, no ha sido La Negra Esterni La Pérgola de las Flores, sino El Prestamista, de Fernando Josseau, que llevó a unos cuantos millones de espectadores sólo en Chile, se ha estrenado en cerca de 150 teatros alrededor del mundo y ganó casi todo lo por ganar. Excepto, claro, un lugar en el recuerdo nacional.
En julio de 1956 se estrena en el teatro Caupolicán una obra cuyo nudo central es el asesinato de un usurero, un prestamista que tenía en sus redes a hombres de todas las condiciones sociales. Así, pasan frente al interrogatorio tres personajes: el panadero Peraza, un Marqués, y el financista Porse. Todos tienen motivos para el crimen, aunque la pieza deja entrever que existen muchos más sospechosos, pero a la vez quizás estos sean los con peores chances.
La obra de Josseau es mínima en artificios técnicos y escenográficos: un espacio oscuro, una silla quizás, un haz de luz que apunta al protagonista de turno. Lo importante es el escenario que el actor mismo representa: la exigencia es que sea un único artista aquél que personifique al trío de sospechosos. En las funciones inaugurales, Raúl Montenegro encarnó a la tríada y siempre mantuvo en vilo al público que le vio actuar. Este actor, padre de Maitén Montenegro del Jappening con Ja, ha sido el único latinoamericano que ganó el premio a mejor actor del mundo en el Festival de las Naciones, título concedido en el Paris de 1962.
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