Hace pocas semanas se concentraron en Rancagua una treintena de bandas de metal, en un festival nutrido, diverso y sorprendente. ¿De dónde salen estas hordas de negro? Alguna posible respuesta hay en Pájaros Negros de Patricio Jara (Ediciones B, 2012), que luego de excelentes novelas publica esta breve cartografía del metal chileno. Pero antes que eso, Jara pretende hacerse a sí mismo preguntas, sobre su propia historia con y en el metal, sobre este género como modo de vida, sobre su declarado fanatismo, y también sobre por qué durante los ’80 hubo tanta efervescencia en Chile, con bandas que nacían cada semana, fanzines especializados y todo un público fiel a la vez que sacrificado. Sin ir lejos, fue tal el auge que en 1987 Sábado Gigante invitó a la banda de thrash Necrosis: el animador acabó por humillarlos en pantalla, y la banda debió pedir disculpas a su público luego de ello.
Jara construye un relato que por sobre otra cosa, es un material emotivo. Hay datos, referencias e información por montones, pero están en función de ilustrar un período, el nunca-más del metal chileno, en el cual cada personaje que desfila por estas páginas vivió, y ayudó a expandir. No falta Dorso ni Pentagram, ni los fanzines artesanales en factura, pero profesionales en ambiciones, que consiguieron entrevistar a Tom Araya cuando Slayer no era la megaestrella actual, y el entrevistador Alberto Fuguet era un primerizo.
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