Hay algunas empresas en que el método adecuado es un desorden cuidadoso
Moby Dick
1. Recurrir a operaciones intelectuales manidas,
repetidas hasta el hartazgo, tiene por supuesto el defecto de no decir nada al
lector, pero por el otro lado pone el tema a tratar dentro de un horizonte
conocido, familiar digamos.
2. Por lo mismo, no se mencionará en absoluto lo de
la muerte del autor, mientras se hable de Martín
Warp, novela gráfica recientemente publicada con financiamiento del Fondo
del Libro a través de Mythica Ediciones. Martín
Warp puede ser descargada también. Sus autores insisten en despojarla de
las restricciones clásicas del copyright, lo cual tiene sentido, porque aunque
se descargue ilegalmente Abbey Road,
el disco seguirá siendo de The Beatles y nunca mío, en cuanto a autoría.
3. En Martín
Warp se desarrolla una historia en varios planos temporales, a los que el
protagonista accede mediante el uso de ketamina: “la percepción del tiempo se
altera de tal manera, que un espacio de tiempo extremadamente reducido se
percibe como un momento eterno e interminable”. Los personajes habitan un
paisaje sureño destruido por el terremoto de 2010, en donde la ruina es la
regla en muy distintos ámbitos: las letras perdidas de los frontis de los
edificios, las grietas en los muros, la locura familiar.
4. Martín Warp
tiende al desorden controlado. «Hay que llevar en sí mismo el caos», dice en
una viñeta. Por ratos desespera su secretismo, su hermética construcción
––aunque eso es claramente achacable a que este es el primer número. O quizás
sea parte del mismo tenor de ignorancia que se mantiene hasta que se consume un
alucinógeno. Uno potente, uno de verdad. De aquellos con los que es imposible
compartir la experiencia con el que no lo ha probado. Como una comunidad de
psiconautas. O de adictos a la ketamina. De viajeros que llegan a cualquier
lugar mientras no sea éste.
Continúa en Sangría.cl: http://sangria.cl/2012/05/martin-warp-ogu-y-mampato-en-acido/
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