lunes, 10 de diciembre de 2007

Shhh!!! If You’re Quiet I’ll Show You A Dinosaur

1. Razón tiene Ignacio Bazán (en su podcast, Contratapa), cuando afirma que «la literatura es una de las pocos oficios que premia al que miente». Así, dice él, un buen escritor de ficción deberá mentir tanto o más que cualquier político, banquero o empresario, pero con mayor gracia.


2. Para mi cumpleaños regaláronme la Antología de literatura fantástica, editada por Borges, Bioy Casares y Ocampo (Silvina). Me sorprendieron muchos y muy buenos cuentos. Uno, sin embargo, capturó mi curiosidad. Se trata de «La última visita del caballero enfermo», de Papini. Su argumento es sencillo, ahora: un hombre sufre por darse cuenta que es otro quien le sueña, a quien le debe su existencia medio onírica medio real-real. El cuento éste, data de 1906, y «Las ruinas circulares», de 1941, relato que sin mencionarlo siquiera es deudor del anterior. «Todo es irreal» dice apenas Borges de su cuento. Pero no hay que ser dramáticos, en absoluto, pues ya en Las 1001 noches, existe un relato similar.


3. Recientemente publicado, Exploradores del abismo, de Vila-Matas, ya ha sido alabado de diversas maneras, la más original surgió en el suplemento ADN de La Nación de Baires. El crítico Jorge Moteleone, hacia el final de su columna, escribe: «Cuando se imita a sí mismo, el fin suele ser apreciable, y cuando copia a otros sin más, el resultado puede ser mejor. Aís, la deliciosa historia de fantasmas con la cual finaliza el relato ‘El viaje de Rita Malú’, está copiada del texto anónimo ‘La casa encantada’, que Rodolfo Walsh tradujo del inglés para su Antología del cuento extraño (1956) y que reproducen otras compilaciones. Acaso es el recurso perezoso de un gran lector, cuando la ansiosa invención no llega a tiempo a su cita con la gloria literaria, antagonista de la muerte.»


4. La radical, y tan aceptada, diferencia entre mentira y ficción. Quizás la mentira simplemente no se note de inmediato, no esté expresada expresamente. Pero cuando la mentira es dicha como tal, sus resultados suelen ser mucho mejores que los de la mejor ficción literaria. Nótese el caso del hombre que declaraba ser un gran impostor, un tipo que en toda su vida había suplantado identidades, profesiones, únicamente con un fin pecuniario. Lo importante, es que fue descubierto en sus mentiras: él jamás había sido un impostor, simplemente fingió serlo. Mintiendo sobre la mentira.


5. En todo caso, Moteleone se equivoca medio a medio, no en sus apreciaciones sobre el posible plagio, sino en algo más sutil: aquello de la fama como lo contrario a la muerte. Porque todos saben que sólo muerto se puede ser verdaderamente famoso. Y que la fama acerca a una velocidad enorme a la muerte.


6. Suponiendo que Vila-Matas efectivamente hubiese calcado el texto texto traducido por Walsh, ¿se le puede considerar un plagio como tal? Me refiero a esto: ¿se puede plagiar un texto de autor anónimo? ¿Bastará con que Vila-Matas enuncie una apología al traductor casual? ¿A cuántos, entonces, plagió Homero cuando inscribió lo que hoy se conoce como su obra? ¿Dónde quedaron los miles de griegos parlanchines que le hicieron el trabajo? Probablemente esto sea tan idiota como acusar de robo intelectual, a todos los que idean una historia de amor con final trágico, cual Romeo y Julieta.


7. Todos siendo soñados por un otro superior, que por cansancio y desorden ha comenzado a mezclar los distintos personajes. Los cambia de escenarios intempestivamente, y en tal despelote todo se mezcla y los resultados son previsiblemente caóticos. Cómo no.


8. Me creo descubridor de una gran novedad. Pero olvido el corolario del «todo está escrito», que dice más o menos así: ya está todo descubierto. Mientras hablo con una joven editora, el comento la cercanía de un cuento de Kafka con otro de Bolaño, en El gaucho insufrible. En la mencionada antología, se incluye «Josefina la cantora o el pueblo de los ratones». Un relato en el que jamás se menciona de qué pueblo se escribe. Probablemente Kafka lo haya deseado para jugar con la similitud entre los judíos y las ratas. Los paralelismos son obvios en su escritura. Tal como la cercanía con el cuento del detective de las ratas, de los subterráneos y alcantarillas (literalmente) que pertrechó Bolaño. La editora dice que ya le habían mencionado tal semejanza.


9. La obsesión mimética juega malas pasadas, y si no lo hace siempre, es por lo menos una de las fuentes de mayor inquietud para el escritor, para el dizque creador. En esta compulsión, de manera explícita, se muestra el único arte (posible) de la escritura: camuflar inteligentemente cada una de las páginas que han sido previamente leídas. Toda influencia ha de ser difuminada hasta hacerla irreconocible; de ahí que cierta parte de la labor del crítico sea repudiada sin más. Nadie quiere tras de sí un sabueso, pues por mucho que seamos paranoicos, esto no significa que no nos estén vigilando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al lector, o al espectador en general (de cualquier evento) le gusta ser engañado. El caso expuesto en 4) es muy particular: en él, lo asombroso es lo fantástico de la mentira, lo que es solo apreciable si el engaño es revelado; por lo general la gente no quiere saber la 'verdad' y prefiere ser engratusado por los encantos de la ficción. Por otro lado además, el placer de ser engañado responde al deseo de querer que la mentira sea 'la realidad'; el espectador se limita a pensar que el acto de magia ocurrió de verdad y se niega a conocer los detalles del truco, aunque su razón le alerte que es un engaño; prefiere quedarse en el asombro. Tambien hay quienes intentan buscar atisbos de verdad en la fición, como algunos lectores que pensaron en hallar los parajes relatados por Lovecraft.

Saludos.