jueves, 11 de junio de 2009

Imponderables

La portada del número 11 de Watchmen —El fin del concierto de Nine Inch Nails en Shile —La semilla de Sri Lanka que puesta en agua hirviendo produce flores que forman un canastillo 10 ó 20 veces más grande que su humilde inicio —¿Cuál es la página en que salen referencias de todas las películas del universo?, me pregunta R. —Las torres de la refinería de Ventanas (envueltas en vapor y luces) vistas desde Quintero una noche de aceleración de partículas —Los murales de Valparaíso donde los animales son hechos a partir de máquinas en blanco y negro —La llanura abierta y extensa de Borges, dice Carlos. —Quiero un abismo, espirales, quiero un abismo simétrico donde la mirada se pierda y confunda con la que él devolverá —in a world that’s full of shit and gasoline canta Josh Homme — las lágrimas provocadas por un prólogo de James Ellroy o por el cuento Lección de dibujo de José Gai — Kubrik sobre 2001: quería crear una experiencia visual — Visiones del desierto que tienen más que ver con la ignorancia que con la arena — O world! O life! O time!, se lamenta Shelley — Qué horrible es esta tierra, que provoca tanta extrañeza, que provoca decir que a uno le apena hasta el aburrimiento, que es lo mismo que decir: hasta que la pena se convierta en una manera de respirar, lo que es lo mismo que decir: que no se siente en absoluto — La escritura de Aira como promesa tendida en un descampado en las afueras de cualquier población periférica. Potencia del sinsentido. Y todo estalla — La hora cero de la literatura — La primicia de lo inexistente: la espera de lo que nunca vendrá, o si se viene ni se nota — La carta que se le puede escribir a un muerto, lo que sería como una carta robada al tiempo, y del mismo modo, tan absurdo como escribirle una carta a la hija que nunca llegará — Al fondo del pasillo, esa imprenta que nunca deja de rasgar papel de lija, imprimiendo una biografía sumaria de una vida cualquiera: el relato de los días lunes miércoles y viernes exclusivamente, pero sin contarlo.

2 comentarios:

p. dijo...

Las torres de la refinería de Ventanas, las torres de la refinería de Con Con, las chimeneas de la Cemento Melón, las grandes fábricas en Quilicura, a la entrada de Santiago. Siempre me hicieron sentir como en Blade Runner. Siempre me pareció enajenante su tamaño. Algo así como lo sublime sci-fi, lo sublime industrial, lo sublime capitalista. Categorías estéticas que nunca podrían haber sido inventadas por los filósofos.

Gracias por la experiencia "visual".

Carlos dijo...

Lo imponderable a veces seduce a lo ajeno, y lo ajeno (unfamiliar) a lo cotidiano, ergo, lo que se es en el presente. Pero, ¿y cuando vuelves de un vaije?, ¿qué se vino contigo?¿y si todo fuera un viaje?¿Y si fueran todos los días el último?, como un Bill Murray atrapado en el día de la marmota.